Esta semana han pasado por un canal autonómico catalán, la película «Los Inocentes», tesis de carrera de un grupo de estudiantes de la ESCAC, la escuela superior de cine y audiovisuales de Catalunya, un referente de nivel en la formación audiovisual.

Tildada por algunos como una escuela de niños pijos con mucho dinero, no es menos cierto que de sus aulas han surgido grandes figuras como Bayona, Maíllo o Roser Aguilar. Como casi siempre, ambas premisas tienen su punto de verdad.

Una de las ventajas que tiene la ESCAC, es que tiene su propia productora, lo que facilita que puedan lograrse cintas como la que hoy llega a este blog.Hemos de tener en cuenta que «Los Inocentes» es un producto en gran medida amateur, rodado con un presupuesto muy ajustado y dirigido y protagonizado por gente novel.

Nada más leer la sinopsis ya sabemos lo que nos vamos a encontrar, un slasher teenager con todas las de la ley, influenciada totalmente por los clásicos ochenteros y con un evidente transfondo que mama a raudales de clásicos como «Viernes 13» y que no se pretende enmascarar en ningún momento.

Por tanto no vamos a buscar originalidad en una obra que para nada lo pretende, y que hace una propuesta descarada y sin tapujos por los tópicos del género, con premeditación y alevosía.

Así que vamos a encontrarnos al mismo grupo de toda la vida, eso sí mas modernillo y un poco más evolucionado, y con roles un poco menos definidos aunque totalmente reconocibles: tenemos al guay, la guapa modosita, el friki, el pringado de turno y, reconociendo que la antítesis de la virgen/guarrona es algo que ha quedado (o debería) en la caverna, las chicas que disfrutan del sexo sin más.

La película dura apenas una hora y, pese a no parecerlo, está rodada por doce directores (alumnos) que logran cuadrar todo el trabajo de manera notable, inlcuyendo entre ellas escenas rodadas con móviles en primera persona y, según mi criterio, con bastante más acierto que muchas escenas cámara en mano que han estado a punto de conseguir con la pizza y el estómago lo que veinte kilos de higadillo no lograron por sí mismo.

Así que no hay más, solo sentarse y disfrutar sin prejuicios de las muertes más que anunciadas de antemano, entre escenas más cómicas, alguna que otra teta al aire, frases graciosas y desafortunadas hasta llegar al final, cosa que ocurre con celeridad debido a su corto metraje.

Una de las diferencias con los slashers clásicos es que aquí no vemos al asenino desde los pocos minutos, ni nos encontramos con uno de esos seres imposibles de matar ni a cañonazos ni que se teletransporta a la velocidad del rayo mientras se mueve como un caracol con reuma.

Pese a que la interpretación resulta en algunos casos demasiado amateur, sobre todo al final, en que hay momentos que se evidencia la falta de experiencia, he de reconocer que los chavales lo hacen muy bién, destacando el «Chino», como friki oficial sin ser un tontolaba (ya era hora), resolviendo de manera más que convincentes las situaciones que se le presentan.

Se podría dedicar líneas enteras a desacreditar la cinta, pero yo prefiero quedarme con la honestidad de la propuesta, el logro de directores y actores al rascar un poco de donde no hay, marcándose buenos detalles y una acción que sabe mantener el suspense y el entretenimiento de todas, todas.

No se puede decir que es una gran película, pero sí que el esfuerzo de todos y cada uno de los que han trabajado en ella queda patente y que el resultado está muy por encima de otros bodrios que cuentan con muchísimos más medios y promoción. Muy aconsejable.

Rul T.
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