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Voto de darkthor:
9
6,6
7.259
Drama
A finales del siglo pasado, en un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con sus hermanos musulmanes. Pero una ola de violencia y terror se apodera lentamente de la región. A pesar del creciente peligro que los rodea y de las amenazas de los terroristas, los monjes deciden quedarse y resistir. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un nuevo camino se abre a los pies del cine actual. Los directores más modernos y vanguardistas comienzan a alejarse de la vida en la ciudad hacia terrenos inhóspitos, intransitados con anterioridad por la cinefilia, al menos en la vertiente que recibe el punto de mira de los críticos. El hombre de a pie comienza a perder interés a favor de un otro ajeno a la actualidad histórica, más centrado en la vida contemplativa. Esta espiritualidad se hizo especialmente palpable en el galardonado trabajo de Apichatpong Weerasethakul, Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas con el que compartió presencia en el pasado festival de Cannes el presente título, además de ser ambos acogidos con gran entusiasmo por la crítica especializada. En el caso de De dioses y hombres logró alzarse con el Gran Premio del Jurado.
El último largometraje de Xavier Beauvois es un drama histórico basado en los trágicos acontecimientos ocurridos en Argelia hacia mitad de los años noventa. En un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses habitan en paz y armonía en un entorno con el que a pesar de no compartir costumbres religiosas, el respeto hacia el prójimo se hace presente. Sus actividades más cotidianas (cultivar la tierra, hacer la comida, pasear las cabras...) conviven con las costumbres musulmanas de la zona donde se encuentran. Los habitantes de estas tierras encuentran en el monasterio un refugio social a donde acudir ante el desamparo que el gobierno realiza de su población más desfavorecida. Los recursos médicos se centralizan en la figura de Luc, carismático monje que ejerce funciones de médico para atender a todo aquel que lo necesite.
La primera parte de la película trata de describir el día a día en el monasterio y más allá de este. La cotidianidad de los sucesos refleja la tranquilidad en la que viven estos monjes. Establecen lazos culturales con sus vecinos, leen textos árabes y estudian el Corán, especialmente Christian, el que a pesar de la organización asamblearia establecida en el monasterio adquiere mayores dotes de liderazgo. Símbolo de ello la escena en la que éste guía a las cabras a través del monte. La personalidad de los diferentes monjes se va describiendo con gran profundidad a lo largo de estas primeras escenas. Cada uno de ellos desempeña un rol en esta sencilla pero perfecta organización.
El último largometraje de Xavier Beauvois es un drama histórico basado en los trágicos acontecimientos ocurridos en Argelia hacia mitad de los años noventa. En un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses habitan en paz y armonía en un entorno con el que a pesar de no compartir costumbres religiosas, el respeto hacia el prójimo se hace presente. Sus actividades más cotidianas (cultivar la tierra, hacer la comida, pasear las cabras...) conviven con las costumbres musulmanas de la zona donde se encuentran. Los habitantes de estas tierras encuentran en el monasterio un refugio social a donde acudir ante el desamparo que el gobierno realiza de su población más desfavorecida. Los recursos médicos se centralizan en la figura de Luc, carismático monje que ejerce funciones de médico para atender a todo aquel que lo necesite.
La primera parte de la película trata de describir el día a día en el monasterio y más allá de este. La cotidianidad de los sucesos refleja la tranquilidad en la que viven estos monjes. Establecen lazos culturales con sus vecinos, leen textos árabes y estudian el Corán, especialmente Christian, el que a pesar de la organización asamblearia establecida en el monasterio adquiere mayores dotes de liderazgo. Símbolo de ello la escena en la que éste guía a las cabras a través del monte. La personalidad de los diferentes monjes se va describiendo con gran profundidad a lo largo de estas primeras escenas. Cada uno de ellos desempeña un rol en esta sencilla pero perfecta organización.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El relato se aleja de la primera persona. Narra desde cierta distancia una biografía colectiva carente de protagonismos, donde todos y cada uno de los monjes tienen su importancia en el devenir de los acontecimientos.
La agitación social adquiere acto de presencia en la segunda parte del largometraje. El fanatismo religioso logra alterar la tranquilidad de los monjes. Frente a este estallido surge el gobierno argelino a través de la figura armada del ejercito, y entre medias de todo este conflicto, los monjes franceses y los habitantes desprotegidos de estas tierras. Éstos encuentran en los monjes los ideales con los que simpatizar. A pesar de la cercanía en creencias religiosas con el grupo terrorista, los vecinos del pueblo teme a éste. Más aún al corrupto ejercito que domina la zona. En un polo opuesto de la moral cristiana basada en el amor y respeto al resto de humanos que representa el grupo de monjes, los terroristas y el ejercito trata de imponer su orden a través del odio más deshumanizado y deplorable.
El desenlace se hace más certero con forme avanzan los sucesos. Cada uno de los monjes va aceptando con envidiable fortaleza cuál es su destino. A pesar de lo trágico de éste, todos tratan de huir del martirio. Con firmeza defienden sus ideales. No son héroes, pero su humildad y coraje logran impresionar. La escena cumbre de la película se alcanza en la última cena, de especial paralelismo con la bíblica última cena de Jesús y sus apóstoles. Luc, el médico, antes de comenzar la cena, enciende un viejo equipo de música. El lago de los cisnes de Tchaikovsky inunda cada una de las esquinas de la habitación donde cenan. La cámara va retratando los rostros temerosos, emocionados, que se resisten a abandonar el mundo sin una sonrisa, acercando a su mirada el enfoque del objetivo. La aceptación de un final ya determinado encuentra en estos segundos el esplendor de un clímax precioso y emocionante.
Uno de los grandes logros de esta cinta reside en las virtuosas interpretaciones, plasmadas con notable humildad. Los rostros cansados de estos monjes logran desarrollar una gran profundidad psicológica que atrae al espectador.
Los cantos litúrgicos que llevan a cabo los monjes es sucesivas ocasiones, enlazando y cohesionando las escenas entre sí, ponen sonoridad con asombrosa sobriedad al devenir de los acontecimientos.
El director francés no se posiciona desde una doctrina religiosa ni tampoco trata de defender el ateísmo. Sucumbe a la vida contemplativa, espiritual, alejada de la gran urbe. La utopía de vivir en consonancia con la naturaleza se hace real. En lugar de formalizar una tesis, De dioses y hombres es un acercamiento a estas convicciones ideológicas a través del relato de los ocho monjes.
A pesar de la mirada escéptica del espectador, el amor que proyectan los ocho monjes en su fé ilumina la creencia en una utopía, enternece la sensibilidad sin necesidad de recursos fáciles logrando conmover con cada uno de sus planos.
La agitación social adquiere acto de presencia en la segunda parte del largometraje. El fanatismo religioso logra alterar la tranquilidad de los monjes. Frente a este estallido surge el gobierno argelino a través de la figura armada del ejercito, y entre medias de todo este conflicto, los monjes franceses y los habitantes desprotegidos de estas tierras. Éstos encuentran en los monjes los ideales con los que simpatizar. A pesar de la cercanía en creencias religiosas con el grupo terrorista, los vecinos del pueblo teme a éste. Más aún al corrupto ejercito que domina la zona. En un polo opuesto de la moral cristiana basada en el amor y respeto al resto de humanos que representa el grupo de monjes, los terroristas y el ejercito trata de imponer su orden a través del odio más deshumanizado y deplorable.
El desenlace se hace más certero con forme avanzan los sucesos. Cada uno de los monjes va aceptando con envidiable fortaleza cuál es su destino. A pesar de lo trágico de éste, todos tratan de huir del martirio. Con firmeza defienden sus ideales. No son héroes, pero su humildad y coraje logran impresionar. La escena cumbre de la película se alcanza en la última cena, de especial paralelismo con la bíblica última cena de Jesús y sus apóstoles. Luc, el médico, antes de comenzar la cena, enciende un viejo equipo de música. El lago de los cisnes de Tchaikovsky inunda cada una de las esquinas de la habitación donde cenan. La cámara va retratando los rostros temerosos, emocionados, que se resisten a abandonar el mundo sin una sonrisa, acercando a su mirada el enfoque del objetivo. La aceptación de un final ya determinado encuentra en estos segundos el esplendor de un clímax precioso y emocionante.
Uno de los grandes logros de esta cinta reside en las virtuosas interpretaciones, plasmadas con notable humildad. Los rostros cansados de estos monjes logran desarrollar una gran profundidad psicológica que atrae al espectador.
Los cantos litúrgicos que llevan a cabo los monjes es sucesivas ocasiones, enlazando y cohesionando las escenas entre sí, ponen sonoridad con asombrosa sobriedad al devenir de los acontecimientos.
El director francés no se posiciona desde una doctrina religiosa ni tampoco trata de defender el ateísmo. Sucumbe a la vida contemplativa, espiritual, alejada de la gran urbe. La utopía de vivir en consonancia con la naturaleza se hace real. En lugar de formalizar una tesis, De dioses y hombres es un acercamiento a estas convicciones ideológicas a través del relato de los ocho monjes.
A pesar de la mirada escéptica del espectador, el amor que proyectan los ocho monjes en su fé ilumina la creencia en una utopía, enternece la sensibilidad sin necesidad de recursos fáciles logrando conmover con cada uno de sus planos.