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Voto de Gregorio Samsa:
3
Thriller. Intriga El doctor Jack Gramm (Al Pacino), profesor universitario y psiquiatra forense del FBI, recibe una amenaza de muerte en la que le dan sólo 88 minutos de vida. Todo parece estar relacionado con John Forster (McDonough), un asesino en serie de mujeres, a cuya condena contribuyó Gramm años antes. (FILMAFFINITY)
24 de mayo de 2008
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Me alegré mucho al ver que Pacino sacaba una peli nueva en plena mansedumbre de la cartelera, pero no me olía la tostada. Cuando leí la apostilla: “Jack Gramm tiene 88 minutos para resolver un asesinato: el suyo”, lo tuve que ver venir. Lo reconozco, la culpa es mía. Son muchos años de desazones y pruritos de bolsillo al verme engatusado por los nombres propios de los carteles y, en menor medida, por las frases comerciales. Así que estoy moderadamente entrenado para no ser engañado como un chino y detectar a tiempo el pastel.

Supongo que mucha gente se preguntará que qué pinta Al Pacino en una película de serie B con una trama redundada hasta la saciedad, con un tratamiento hiperefectista y manido, donde los 88 minutos se extienden dando una impresión narrativa de horas (puesto que el personaje se pasea por la película, como si no fuera una carrera crono, yendo de aquí para allá a partes opuestas de una ciudad que cualquier mortal recorrería perpetuándose en un vehículo propio o público) y en la que el principal sospechoso (entre rejas a la espera de ser ejecutado) intenta engañar al público con argumentos propios de Perogrullo.

La previsibilidad campa a sus anchas por ella. De vez en cuando da un giro inesperado para pasmar al respetable con alguna sacudida ilógica y excesiva, formándose una ensalada infumable a tramos y a ratos nociva.
El asesino dispone de datos que nadie puede manejar, de una no desdeñable ubicuidad y de una prevención de las actitudes del prota que nos puede hacer creer que se trate del mismísimo Pedro Botero. Aún así, y con la premeditada complicidad de Pacino (ya que casi es el único nombre grave y sentencioso del elenco), se pergeña este sucedáneo de películas con cuenta atrás, al más puro estilo de las de desactivación de una bomba (cuando se consigue en el último segundo), pero que al espectador ya le da igual que la bomba explote, se atasque o lo que sea, en este caso. Me sigo quedando con “Con las horas contadas”, puestos a elegir.

¿No hubiera sido mejor que la productora no hubiera criado 88 cerdos en vez de esta elucubración malhadada? De todas formas para verla por la tele, sin tener que pasar por la taquilla, puede ser un buen remiendo para el tedio.
Gregorio Samsa
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