A Royal Affair, es el título internacional.

Drama épico-histórico narrado al comenzar en primera persona por Carolina Matilde, una joven inglesa que fue casada con el rey oligofrénico de Dinamarca, Christian VII, y después separada de sus hijos, a quienes escribe desde el exilio; su voz en off lee las extensas cartas que explican lo sucedido, y al relato epistolar sucede la dramatización.

En el siglo XVIII, Europa veía los primeros albores después de su larga noche medieval, pero Dinamarca era gobernada todavía por el oscurantismo de la iglesia católica y la aristocracia, cuando un representante de la Ilustración, de origen alemán, Johann Friedrich Struensee, llegó a ser médico personal del manipulable monarca y ejerció una influencia decisiva para poner en marcha reformas a favor del pueblo, sumido en la miseria y el atraso. Además de este papel político, el médico tuvo un romance, obviamente clandestino, con la reina, condenada hasta entonces a la soledad.

El título en español es engañoso en la medida que lo central aquí es la compleja relación del médico y redactor de panfletos subversivos con el rey, a quien acompaña en sus noches de putas por tugurios y lupanares para que se desahogue, pues "con la reina no se me para". Y el romance con ella es mucho más que una aventura erótica, pues ocurre a partir de la seducción intelectual y acaba por concebir una hija...

De las intrigas palaciegas al verdadero poder detrás del trono, mediante la manipulación afectiva de la oligofrenia y el amor, al trágico final sigue un epílogo esperanzador que resume la posterior intervención de los hijos...

Basada en la novela 'Prinsesse af blodet' (Princesa de la sangre), de Bodil Steensen-Leth, esta producción danesa dirigida por Nikolaj Arcel tiene tanto mérito en la historia que relata como en la forma que lo hace, por su impecable puesta en escena, con una fastuosa recreación de la época, y la calidad interpretativa del trío protagonista.