Película de impresionante fasto visual, cromático y fotográfico (en este sentido me habría gustado verla en pantalla grande).

Lo que no me ha parecido tan logrado es el drama en sí: los personajes creo que quedan un poco ahogados dentro de esa pompa visual barroca y excesiva. Sus enormes dramas terminan afectándonos menos de lo que deberían, hipnotizados como estamos por ese inmenso poderío visual.
La amargura y la podredumbre interior de esos personajes quedan evidenciadas por el guión: conocemos esas turbulencias, las percibimos, pero no llegamos a sentirlas porque quedan apagadas y suavizadas por la suntuosidad y el oropel.

También las actuaciones quedan un poco eclipsadas por la fastuosidad y el derroche, aunque me ha gustado esa Gong Li regia, bella y atormentada.

El montaje tiene momentos muy buenos, tanto en las limpísimas escenas de acción (de las que no se abusa) como en escenas más intimistas: concretamente la reunión de personajes hacia el final y las consiguientes revelaciones me parecen un prodigio de montaje, atento y sensible a los rostros y las reacciones.

Muy agradecida de ver, aunque no tanto de sentir. Me ha parecido mejor la anterior de Yimou ("Hero"), donde sin renunciar a ese acentuado esteticismo exterior, el drama interior estaba a mi juicio más conseguido.