Nunca una historia de tan amplios vuelos fue vista en tan oprimido encuadre. Cuanto más lejos se va, más cerca y detallada es la imagen. No deja de ser antitético o paradójico que una vida tan magnificada por la Historia sea tratada de forma tan cercana o ínfima. Intenta el director plasmar la evolución de un carácter en medio de una amalgama o sucesión de fechas históricas. Las elipsis argumentativas son sorteadas con fulminante destello, agraciando al espectador con un lenguaje sencillo y agradable. Pasamos de nimiedades para darnos cuenta de que el guion es sólido, centrado en la dicotomía del carácter frente a la hazaña, del logro frente a la consecuencia, de lo universal (del acto) frente a lo personal (el personaje). Esa doble vertiente nos introduce en una narración veloz, casi sin tiempo para digerir las posibles consecuencias, viendo a los personajes evolucionar en una clara reacción.
Las interpretaciones son dispares, correctas pero sin alardes dramáticos, con musicalidad en ciertos planos y secuencias que busca una belleza, pero sin alardes.