Tras una historia de amores perdidos, desencuentros acaecidos, decisiones injustas y melancolía eterna, C.B. Yi nos regala todo un compendio de sensibilidad máxima y justa compasión acerca de lo que el amor representa, significa y simboliza en la vida de la gente. Esos amores eternos, que no nos abandonan y que nos agazapan en nuestras relaciones posteriores. Esa pesadumbre emocional conllevada y sin visos de que no nos abandone. Su implicación en el devenir de su protagonista es más que una oda al sacrificio emocional, de la injusticia temporal y anárquica de los sentimientos. Es una eternidad grabada a fuego en los ojos de su protagonista. Porque, además, se nos presente con un juego de colores y vaivenes visuales realizados con contundencia, con pasmorosa y delicada inflexión y convicción. Esa tierna y sensible elocuencia a la hora de expresar las conversaciones, su devenir y las reacciones muestran una fragilidad que representa inequívocamente lo quebradizo de las relaciones. Una historia para grabar tras el dolor de lo perdido.