«Movida del 76» es una película que no es una americanada adolescente pero casi, y digo casi porque está catalogada como «cine independiente» y «película de culto», lo que significa que si es mala y lo dices, a la hoguera contigo porque o no la has entendido o no sabes valorarla. Pero tranquilos, no es mala, ni buena, es entretenida y tiene sus grandes momentos.

La película entera gira en torno al último día de clase de los alumnos de un instituto americano. Por una parte, se centra en las novatadas que los chavales del último curso ejercen sobre los de primero y, por otra, en la búsqueda de la juerga. Eso nos deja, de un lado, la manifestación de la agresividad de los mayores sobre los menores y la frustración de estos últimos sobre los primeros, de otro, la insatisfacción de no encontrar un espacio en el que tener una falsa sensación de libertad, acompañado de los diálogos banales propios de la juventud con leves destellos de lucidez, como la autocrítica de la época en la que viven o de su propia ambivalencia personal.

El formato de la película se estructura a modo de documental de animales pero, en lugar de observar la conducta de una manada, observamos la conducta de los adolescentes de los setenta, es decir, hay mucha más imagen o acción que diálogo. También música, la música está en todas partes y, a menudo, tiene más voz que algunos de los personajes.

Es un film interesante pero puramente episódico, no hay una trama definida, ni siquiera hay un protagonista como tal, se trata más bien de pequeñas tramas individuales sujetas a una serie de personajes que se encuentran en un mismo escenario pero que son dispares entre sí. Y es que esta película está hecha para plasmar el espíritu de una generación, y lo consigue. El problema es que, al cabo de unos cincuenta minutos, es inevitable mirar el reloj y preguntarse «cuánto más le quedará a la película», sobre todo si los años 70 o los adolescentes americanos os la sudan, entonces mejor no la veáis.