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España España · BARCELONA
Voto de DUKITO:
8
Drama Un anciano matrimonio reúne a cuatro de sus hijos, ya independizados, para comunicarles que están arruinados y los van a desahuciar en un plazo muy breve. Los hijos deciden entonces repartirse a sus padres: uno se queda con la madre y otro con el padre, lo que supone un duro golpe para los ancianos, ya que han vivido juntos toda la vida. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haberle visto llorar una vez, yendo en un coche, varios familiares, yo en mi ventanilla, supuestamente ajeno a todo. Desconsolado, gemía, de camino a un hospital, "ya no la volveré a ver más", y mi tío le trataba de consolar torpemente, " que no, padre, verá como no es así". Pero ella se fué, y él nunca volvió a ser el mismo. De casa en casa, tres meses aquí, tres meses allá, siempre dando esa sensación de estar fuera de lugar aunque nos quisiera y le quisiéramos. Su hábitat, el pueblo, no era lo mismo, el hombre no deja de ser un animal, un rinoceronte sin su llanura. Sin embargo, su crepúsculo fué mi felicidad. Era un acontecimiento recibirle en casa, tres meses para disfrutar, para correr hacia él al salir del colegio (si van tus padres, te averguenzas, si van tus abuelos, te enorgulleces....cosas de críos, ¿no?), para largos paseos por el campo que te parecen expediciones emocionantes, fogatillas que se tornan hogueras, la búsqueda de un palo, una rama, que haga de bastón para nuestro capitán. Las fábulas leídas en el sofá, los dichos y refranes impresos en su memoria que le hacíamos repetir una y otra vez. Las sopas de leche para desayunar, con Los Porretas, por supuesto, antes de llevarnos al cole. Las nocheviejas tomándole el pelo y abusando de su infinita paciencia. "Qué guapa es esa mujer, y qué blanca, y casada con un negro como el tizón", admirador de la belleza y descubriendo un mundo de ciudad que no era el suyo. Eso y mil cosas más. Un día mis padres se van, está ingresado, nebulosa infantil provocada por la ignorancia y por la falta de información. Preguntaba si podía ir a verle. "No pasa nada, pronto volverá". Protección al menor, no podemos ver el dolor, no sea que nos demos cuenta demasiado pronto de que el jardín se puede convertir en pesadilla. Pero yo eso ya lo sabía desde hacía mucho tiempo, cuando lloraba sólo la muerte de mi abuela en una casa del pueblo con mis hermanos dormidos al lado. La soledad de un niño se parece mucho a la de un anciano. No volvió, claro. "Ya está con Dios". ¿Quién es ese Dios que se lo ha llevado?¿por qué?. Ahora, mil años después, agradezco el haberle tenido, en realidad está conmigo siempre. Está, pero no está. No puedo cobijarme a su sombra y sentir que nadie puede hacerme daño.
Adoro esta película, rareza donde las haya en el cine americano, que no en otros como el japonés, me hace llorar por lo que cuenta y por lo que me hace recordar. Por el respeto, el amor y la admiración que demuestra hacia lo que muchos llaman "nuestros mayores". Qué ingenuos somos. Nosotros somos, hemos sido y seremos siempre sus pequeños.

A mis abuelos, con todo mi amor.
Y a Ra, nieta de tantos.
DUKITO
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