No sé qué pensarían actrices y actores, entre ellos el gran Michael Piccoli, al tener que decir continuas frases incoherentes, tontas a veces, tópicas otras en una película que no quiere tener historia, porque Godard piensa que una historia sin historia es lo más. “¿Por qué siempre hace falta una historia?” Con el cuento del meta-cine nos cuela algo de tercera categoría. Eso sí, con la acostumbrada ración de tetas.
Esta claro, al menos para mí, que de las tres etapas del cine de Godard (la primera, con narrativa; la segunda, de cine político maoísta y la tercera, esta, a partir de los 80) la última es la peor, con diferencia.
Ya en este siglo hizo algo muy malo titulado Fiilm socialisme, y lo último, Le livre d’image, paradójicamente lleno de palabras.
Esta Pasión es irritante y lo mejor son las referencias, en diversas escenas, a cuadros (que no vienen a cuento), casi todos españoles: Los fusilamientos del 3 de mayo, La maja desnuda y La familia de Carlos IV, De Goya;
Algo positivo. La banda sonora, de música clásica, deja que suene un poco más de lo que acostumbraba antes. Así, en un fragmento de una Misa, y una sonata de su adorado Mozart.
Pero, con todo, tiende a un bodrio.