Estamos hartos de ver películas americanas en las que los personajes son planos, sin hondura alguna, con todos los tópicos de la sexualidad al uso, con gente descerebrada que hace idioteces.
Pero esta intenta dar a unos personajes sin chicha alguna, aparte de los músculos, un sentido. O sea eso que anima a un montón de mujeres salidas y, al parecer, descuidadas por sus maridos, a arrojar dólares y más dólares sobre los cuerpos de los tíos, sería -dice Soderbegh- una especie de sanación, una cura.
En realidad una idiotez mayúscula, cursi dentro de su pretensión infractora.
Todo estriba en mover el culo y las piernas, en posiciones cercanas al coito. ¿Pero por qué no mueven también las neuronas?
Esto es la superficie en la superficie.