Se puede juzgar esta película desde dos ángulos, el del cine y el de la política.
Como cine la película interesa por un guión sólido, bien llevado y con un contenido brillante. Si fuera solo por la actuación de Frank Langella la película sería de diez. Hay pocas actuaciones en el cine de los últimos años comparable a la de ese actor prodigioso. Se ve a Nixon. Sheen no lo hace a esa altura, pero cumple.
El otro ángulo es el político. Darle leña al mono de Nixon, una vez más, cansa. Como si ese hombre fuera el único corrupto de la política americana. Es más, es muy posible que concentrando todo lo malo en Nixon los demás se fueran de rositas. Porque, a ver,no fue él quien empezó la guerra del Vietnam, sino Kennedy, ampliándola luego Johnson. ¿Y qué decir de Truman, responsable de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki?