Recomiendo esta miniserie sueca, bien hecha, bien interpretada, con una ajustada ambientación y, sobre todo, que demuestra, si hiciera falta, eso de que la justicia es igual para todos no se daba tampoco en la progresista Suecia, ni se sigue dando en muchos países, incluso en todos.
Por lo menos en Suecia han tenido el valor de hacer público lo que fue una conspiración de Estado para que no se supiera que el rey Gustavo V era homosexual y, en los años treinta, había mantenido relaciones con un hombre mucho más joven que él, pues el monarca contaba ya 77 años.
El amante no era, por su parte, del todo trigo limpio…
En fin una historia muy bien contada.
En 1944 se despenalizó la homosexualidad en Suecia, aunque quedó como enfermedad mental. Hoy las cosas han cambiado y hay tanto a favor de lo LGTBI, al menos en algunos países, que se puede hacer esta serie sin que sufra la monarquía sueca. Pero no deja de ser verdad que cuando Gustavo V se comportaba así, el rey era, para la ley sueca, un delincuente. Y si el rey te pedía un favor, el tal Kurt Haijby no podía negárselo.