No es Juego de Troncos, gracias a los dioses. De repente se muestra una historia que no es tan artificialmente enrevesada. ¿Qué es un vikingo? Pues un vikingo. He de confesar que a la primera de cambio esperaba la constante "rayaera" existencialista de los protagonistas, más centrados en amoríos post-románticos que en lo que se espera de ellos. Pero no, esta serie se aleja de la edulcorada y hay que decir casi infantil "Juego de Troncos" y de novedades de carácter vomitivo como la de "Da Vincis Demons" al puro estilo USA. Y como se ve desde lejos, que no hay que ser un genio: Black Sails que está destinada, sin haberse estrenado, a ser otra de esas pesadas series de "intriga adolescente".
Volviendo a Vikings, está tan bien ambientada que sobran las palabras. Las relaciones amorosas tienen su dosis justa de romanticismo y comida de tarro. Por una vez no estamos ante la adaptación de una historia antigua al pensamiento contemporáneo. Roma es Roma, pero después de ésta me quedo con Vikings. Ni soy un adolescente perpetuo ni me van las hamburguesas. Nuevamente gracias a los dioses.