A mí esta película me parece una pesadez, la verdad.

Una panda de tíos raros, a saber:
-Cuatro semi-enanitos de pies regordetes y peludos y que se me antojan un pelín bujarrones, sobre todo el tal Sam, liderados por un pusilánime inaguantable al que le están dando jamacucos todo el metraje, y el metraje es largo de pelés.
-Un elfo de orejillas puntiagudas, diestro con las fechas y no menos bujarrón que los semi-enanitos.
-Un enano, feo, barbudo, algo soez y guarro.
-Un pedazo de tío bueno.
-Y un alquimista, de los que molan, con sus barbas largas y su gorro cónico.
Bueno, lo que decía. Esta panda de tíos raros tienen que llevar un anillo del punto A al punto B. Ya está el argumento. Y para esto tardan tres horas (en esta peli). Otras tres en la siguiente, y algo más, creo, en la última. Total, una pesadez.

Lo que tiene esto de especial es un derroche de imaginación prodigioso y una adaptación literaria realmente buena. Por que si esto es pesado, la novela es realmente insufrible, con tantas y minuciosas descripciones que te dan ganas de tirar el libro por la ventana. Por dos veces lo intenté, a fe mía que lo intenté, pero ese tocho no hay Dios que lo aguante. Y la peli sabe ser fiel al tocho y resultar mucho más amena.

Y esta primera parte tiene a Gandalf, que era mi personaje favorito del tocho. Por que cada vez que el tipo este abre la boca suelta una perlas realmente interesantes que no sé hasta qué punto el público en general ha sido capaz de percibir... pero ahí están, muy bien reflejadas en la película. El problema es que cuando Gandalf desaparece, mi interés por la peli se esfuma con él y termina resultándome un pelín inaguantable.

Mi ocho es para el buen hacer de Jackson, por haber sabido mantener el espíritu de Gandalf, y por Sir Ian McKellen.