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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
5
Drama Maggie debe encontrar dinero para el tratamiento de su nieto, además de animar a su hijo Tom y su mujer Sarah. Al ver un anuncio que reza "Se necesita azafata", Maggie entra. Cuando descubre de qué tipo de acompañante se trata, se queda sorprendida, pero acepta el trabajo. Maggie es tímida y lo pasaría francamente mal en el imperio del sexo si no fuera por Luisa, una compañera que le enseña los trucos del oficio hasta convertirla en la ... [+]
28 de noviembre de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué generación la nuestra! (la mía, vamos). Somos unos ingratos y unos aprovechados. Que sí. Nos da por tener hijos, pero no tenemos pasta, así que nada de ocuparnos de ellos y nada de guarderías, ¡a los abuelos que van! Los pobres, que ya hicieron su trabajo cuidándonos a nosotros, en vez de disfrutar de un merecido descanso, se pasan la vida lidiando con niños pequeños y chillones, llevándoles al cole, a natación, a judo, a todas partes, preparándoles la comida, aguantando sus dibujos animados, sus pataletas, sus juguetes tirados por ahí… Benditos abuelos. Y, todavía, hay quien pone sus métodos en tela de juicio.

En la peli, sin ir más lejos, un hijo se pilla un rebote morrocotudo con su madre por ayudarle. El chaval tiene a su hijo enfermo, y la abuelita se busca un curro para poder pagarle el tratamiento al niño. Coño, ¡lo que tenía que haber hecho su padre!, pues nada, que se cabrea, encima.

Vale que el curro de la abuela es un poquito así… raro… pero lucrativo, que es lo que hace falta. Lo que pasa es que el ingrato éste, cuando veía de pequeño a su madre tocar la zambomba por navidad, nunca imaginó que la mujer pudiera terminar tocándola fuera de esa fecha y a destajo.

La peli recuerda a “El jardín de la alegría”. Una idea original y transgresora, orientada a la mediana edad, que no se sabe desarrollar y termina dando vueltas sobre sí misma. A favor de Irina Palm diré que, aunque no hay quien se la crea, no se lía tanto como la otra, que se metía en un jardín (de la alegría) del que no sabía salir.

Una comedia interesante, aunque no muy gratificante.
VALDEMAR
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