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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
6
Drama. Intriga En la Inglaterra victoriana, una famosa cantante de ópera es asesinada. Su joven sobrina, que vivía con ella, es enviada a Italia, y el caso queda sin resolver. Allí estudia canto y se casa con el pianista acompañante de su profesor. Tras la luna de miel, la pareja se establece en la antigua casa de la cantante asesinada, donde la joven comienza a oír extraños e inexplicables ruidos mientras la luz de gas baja de intensidad. (FILMAFFINITY) [+]
25 de agosto de 2012
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de suspense sin suspense es como un jardín sin enanos de jardín, como una noche estrellada sin estrellas, como un helado caliente, como un entrecot a la pimienta sin pimienta… Un fiasco, caray.

Que la Bergman tenga fe ciega en ese marido suyo, que se pasa toda la película mirándola con cara de “soy muy malo malísimo, y te voy a hacer la puñeta” no se sostiene, argumentalmente. Pero el caso es que el tío la tiene loca. Qué poca autoestima, nena. Pero mírale las cejas, qué sospechosas, siempre hacia arriba. Parece que se las ha pegado con celo a la frente. Qué interpretación, Sr. Boyer. Muñecos de guiñol, con la cara de madera, he visto con más registros que usted.

El caso es que la película te la tragas entera, sin mucha esperanza de que te intriguen o sorprendan mínimamente. Y es que Cukor, mucho mejor director de actrices que de actores, por aquello de su lado femenino… supongo, es un maestro de los detalles. La película está plagada de pequeños momentos de inspiración narrativa. Es decir, lo que cuenta no interesa demasiado, pero sí como se cuenta. Como cuando carapalo Boyer, con toda su maldad superlativa, sostiene un vestido de la difunta dueña de la casa delante del retrato de ambos (la dueña y el vestido). Que las lamparitas de gas mermen su luz. La oportuna sordera de la cocinera en la habitación de la señora. Esa discusión del matrimonio fuera de plano en la que vemos sus sombras proyectadas sobre la puerta de la habitación. Todo preciso y precioso, es verdad.

El Londres victoriano siempre viste mucho y bien. Dice mi amigo fantomas que Sherlock Holmes, coetáneo y vecino de los protas, hubiese resuelto el caso en un periquete. No te jode. Lo hubiese resuelto hasta Lestrade.
VALDEMAR
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