La peli del Fresnadillo me ha parecido una majadería disfrazada de madura reflexión sobre los miedos humanos en general e infantiles en particular, y sobre nuestra capacidad para transmitirlos. “No es una peli de terror, sino una peli que trata sobre el terror”, oí decir a Fresnadillo. No, tronco. Es una memez, que entretiene y tal, pero hombre, déjate de historias.

¿Qué nos da miedo, según tú, exactamente? ¿Que nos entre alguien en casa, que ataquen a nuestros hijos, que los niños se nos vuelvan majareta y les dé por gritar cada noche y no nos dejen dormir, que se nos escape el gato y haya que trepar a algo alto para traerle de vuelta, que en Madrid llueva copiosamente absolutamente todas las noches por siempre jamás, que un cura quiera hacernos un exorcismo que no necesitamos, que el vecino de arriba se deje el grifo abierto y nos forme una humedad goteante en el techo, que seas un atractivo hombretón de ojos verdes y otro tío codicie tu jeta para hacerse un trasplante, que por coger una arandela estemos dispuestos a precipitarnos al vacío? ¿QUÉ?

Para mí, lo más terrible es lo de la gotera. Se te cae el techo entero, antes que los del seguro se decidan a arreglártelo. Un infierno. Cara dura, cabeza hueca, caraculo, o como se llame, es una nadería comparado con una casa llena de albañiles.