Llevaba días intentando terminar la primera temporada de Counterpart, no por falta de ganas, sino por la dosificación de capítulos, uno por semana, en HBO, ¡qué manía tiene de hacer esto!, Tengo sentimientos encontrados sobre esta serie que reconozco, cuenta con todos los grandes ingredientes de una buena ficción de espías: personajes buenos y malos, Berlín como escenario de la trama, y una “recreación sui generis” de la famosa guerra fría, eso sí, trasladada al 2018. A ver cómo os explico de qué va, pues no es fácil sin caer en spoilers. La historia parte de la existencia de 2 mundos paralelos, digamos repetidos. Imaginad que existiera otro mundo con otro Nacho idéntico, pero cuya vida hubiera evolucionado de manera distinta a la mía. Eso ocurre en Counterpart. A partir de ahí, ambos mundos “repetidos” estarán condenados a entenderse, o no. Habéis entendido bien poco, ¿ verdad? Lo mismo que yo. Éste sea quizás uno de los problemas de la serie. En varios episodios, no sabes quienes son los buenos, quiénes los malos, qué yo está apareciendo y dónde, o qué objetivos persigue la diplomacia de ambos lados de la frontera que los separa. Sin embargo, lo que digo siempre, cuando no entiendes algo, tú sigue, al igual que haces con los libros, a buen seguro te acabarás enterando de todo. A pesar de estas circunstancias de las que os hablo, tiene elementos que la convierten en una grandísima serie, empezando por su protagonista J.K. Simmons que interpreta su yo de este mundo y el del otro, de un modo magistral, llegando a convencerte de que son 2 actores distintos. Tiene otras muchas cosas buenas, es tremendamente adictiva, y buena merecedora de un atracón de fin de semana. Si tuviera que valorarla o recomendarla, lo haría a ciegas, pero teniendo en cuenta siempre que os centréis en qué mundo estáis.