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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Thriller. Terror. Ciencia ficción. Fantástico El famoso escritor inglés John Morlar, un hombre que vive atormentado debido a una revelación, según la cual él es el culpable de todos los males del mundo, muere brutalmente asesinado. Cuando la policía llega a su apartamento, la mente de Morlar, sin embargo, parece seguir viva. La investigación del caso parece indicar que todo el que hiere a Morlar muere de forma extraña. Morlar posee poderes telequinésicos que le permiten matar o ... [+]
22 de enero de 2013
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy está olvidada, pero todavía recuerdo que en el momento de su estreno tuvo su minuto de gloria, sin duda debido al tema de la telequinesis, que tanto furor causaba en la segunda mitad de los setenta: las apariciones televisivas de Uri Geller propiciaron que millones de mentes trataran de doblar sendas cucharas, y desde el propio cine llegaban éxitos como "Carrie".

"Alarma catástrofe" se inicia con el intento de asesinato del escritor John Morlar (Richard Burton) y la subsiguiente investigación policial, que cuenta con la colaboración de la psiquiatra que le trataba; es a través de ella que sucesivos flashbacks nos informan de la vida del escritor y sus extraordinarias facultades telequinésicas.

Richard Burton, pues, interviene en un tiempo relativamente corto del metraje, pero su presencia se impone con la contundencia absoluta de su profunda voz y, sobre todo, de sus magnéticos ojos (con justicia fueron pareja de los más bellos del mundo), que la cámara enfatiza acercándose a su mirada tan intensa cada vez que hace uso de sus poderes.

La película —como supongo que la novela, a cargo de un autor que responde al curioso y cinéfilo nombre de Peter Van Greenaway— se adentra sin complejos ni ambigüedades en el terreno de lo fantasioso, y el espectador que admita con naturalidad todo lo que la mente del protagonista se muestra capaz de hacer, no tendrá ningún problema para disfrutar plenamente de sus singladuras (siempre es divertido jugar sobre hipotéticas direcciones que podría tomar una misma premisa; se me ocurre que también pudiera tener su interés una historia sobre un hombre convencido de poseer capacidades paranormales y que la película permitiera tanto la lectura racional como la fantástica).

Por otro lado, la película esboza, aunque de manera algo acelerada y esquemática, una disertación sobre el sentimiento de culpa, la responsabilidad moral y la naturaleza del Mal en el mundo y en uno mismo.

El resultado final es el de un conseguido entretenimiento, con dosis de buen suspense y una dirección firme y funcional —efectiva siempre y sin abusar de los efectismos—, que lega detalles visuales tan estupendos como esos dos monitores junto a la cama del hospital en la que permanece postrado el protagonista mientras se debate entre la vida y la muerte: uno mostrando el pulso como una línea prácticamente recta, y el otro mostrando la frenética actividad cerebral, igual que un sismógrafo que detectara un terremoto de gran escala.
Quim Casals
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