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España España · Vitoria
Voto de Vogel:
10
Bélico. Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que ... [+]
20 de diciembre de 2008
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
A diferencia de la Segunda, que, aunque suene escalofriante, fue una guerra muy sensata -el monstruo maléfico del nazismo debía ser destruido, sin concesiones ni condiciones, y esto lo sabían muy bien estadistas como Churchill-, su antecesora, la Gran Guerra, fue su némesis moral: la guerra más insensata, absurda y patética de la historia, donde millones de combatientes fueron arrojados al infierno de las trincheras, los asaltos frontales y el gas mostaza para regatearse unos pocos kilómetros de terreno (al menos en el frente occidental) en nombre de un criminal batiburrillo de consignas nacionalistas, revanchistas, imperialistas y colonialistas.
No fue un conflicto de ideologías. Fue una contienda cínica y materialista, desatada por políticos débiles e irresponsables, monarcas mediocres y ambiciosos, estados mayores belicosos, empresarios de armamento sedientos de lucro y una prensa agitadora. Y cuando estalló, fue, también en las antípodas de la Segunda, una guerra muy, muy popular: todos querían alistarse en un alegre picnic bélico que acabaría en pocas semanas, una vez dada la merecida lección al francés rencoroso, al alemán agresivo, al inglés arrogante, al austríaco reaccionario, al italiano irredento o al ruso traicionero. Quienes elevaron las banderas de la sensatez y el pacifismo fueron una minoría. En París, el socialista Jaurés fue asesinado por oponerse a lo que se avecinaba en vísperas del inicio de las hostilidades.

Ignoro si en los horrores de Verdún, Somme o Passchendaele hubo coroneles Dax que intentaron rebelarse contra aquel enloquecido sinsentido. Sirva esta obra maestra de Kubrick como homenaje a los 10 millones de caídos militares en la Gran Guerra, la mayoría de los cuales, seguramente, murieron sin convicciones ideológicas claras, sin sentimientos de odio hacia el enemigo (no fueron raros los casos de confraternización durante las treguas) y sin ansias de venganza, pensando únicamente en que aquello terminara cuanto antes y en regresar a sus hogares. Están muriendo los últimos veteranos de la Gran Guerra. Ya sólo quedan una decena, todos centenarios, en Australia, EEUU y el Reino Unido.
Vogel
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