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Voto de Gonso:
7
7,4
84.243
Drama
Chris Gardner (Will Smith) es un vendedor brillante y con talento, pero su empleo no le permite cubrir sus necesidades más básicas. Tanto es así que acaban echándolo, junto a su hijo de cinco años (Jaden Smith), de su piso de San Francisco, y ambos no tienen ningún lugar al que ir. Cuando Gardner consigue hacer unas prácticas en una prestigiosa correduría de bolsa, los dos protagonistas tendrán que afrontar muchas adversidades para ... [+]
8 de marzo de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Will Smith se nos está haciendo mayor. Aunque sigue en busca de la recaudación fácil mediante la comedia de acción que le catapultó al éxito (comenzando con esa paraoida patriótica bien dirigida llamada “Independece Day” hasta finalizar con su nuevo proyecto “I am a leyend”, también de ciencia-ficción), el rapero de Bel-Air más famoso del celuloide y la televisión está sentando la cabeza, y comienza a optar por papeles más serios y personales, como en “Seis grados de separación”, cuando emuló al boxeador Muhammad Ali o en esta historia basada en hechos reales.
¿Qué por qué está más serio que nunca? Bueno, aparte de ese “look” poco musculado y con apariencia de cuarentón (con pelo estropajo gris incluido), Smith en este filme no corre huyendo de monstruos, sino en busca de su lugar profesional en la vida, ni suda por esfuerzo físico sino mientras exprime sus sesos para descubrir cómo sacar a su familia de la pobreza, y en vez de pegar a los malvados, recibe un golpe sentimental y profesional tras otro, los que realmente duelen en el alma.
Nos encontramos en Nueva York en 1981, un momento en que la economía de EEUU se encuentra en crisis. Chris Gardner (Will Smith) piensa que puede mantener a su familia vendiendo aparatos de rayos X con una mayor definición, pero cuyo coste se eleva casi al doble que el electrodoméstico habitual. El dinero no llega, pero las facturas sí, y se van acumulando sin remedio. Su esposa Linda (Thandie Newton) trabaja de camarera, pero no puede mantener a los tres miembros familiares. Este tercero es el pequeño Christopher (Jaden Smith, hijo del actor y Jada Pinkett Smith), un entrañable niño que no consigue entender la importancia del dinero para el equilibrio familiar.
Y entonces llega la secuencia menos comprensible de todo el filme: la mujer, cansada de los intentos fallidos de su marido, le abandona vilmente y con él, a su propio hijo. ¿Alguien puede entender esta situación? ¿Qué mujer deja tirado al amor de su vida y a su hijo cuando más la necesitan? Es el personaje peor tratado y con una personalidad muy negativa y exagerada. De hecho, desde que vive su vida en solitario apenas habla un par de veces con su marido para ver qué tal les va. Incomprensible.
A partir de aquí Smith y su hijo tendrán que buscarse la vida como buenamente puedan, a pesar de perder la casa y el coche. La búsqueda del primero de un empleo en la Bolsa, ese sueño que no pudo realizar de joven, será la esperanza a la que se aferre nuestro protagonista para conseguir un techo y comida para su primogénito (y único hijo). El final, como no podía ser menos (y al estar basado de un hecho real no me da reparo redactarlo), acaba como debe ser. Hemos acompañado, sufrido, compadecido, llorado y reído con Smith y su hijo, por lo merecen lo que reciben: un empleo digno y con posibilidad de promoción (de hecho, el personaje real acaba siendo millonario). Y la esposa que se fastidie, por mala pécora.
(lo siguiente no es spoiler, es que no entra)
¿Qué por qué está más serio que nunca? Bueno, aparte de ese “look” poco musculado y con apariencia de cuarentón (con pelo estropajo gris incluido), Smith en este filme no corre huyendo de monstruos, sino en busca de su lugar profesional en la vida, ni suda por esfuerzo físico sino mientras exprime sus sesos para descubrir cómo sacar a su familia de la pobreza, y en vez de pegar a los malvados, recibe un golpe sentimental y profesional tras otro, los que realmente duelen en el alma.
Nos encontramos en Nueva York en 1981, un momento en que la economía de EEUU se encuentra en crisis. Chris Gardner (Will Smith) piensa que puede mantener a su familia vendiendo aparatos de rayos X con una mayor definición, pero cuyo coste se eleva casi al doble que el electrodoméstico habitual. El dinero no llega, pero las facturas sí, y se van acumulando sin remedio. Su esposa Linda (Thandie Newton) trabaja de camarera, pero no puede mantener a los tres miembros familiares. Este tercero es el pequeño Christopher (Jaden Smith, hijo del actor y Jada Pinkett Smith), un entrañable niño que no consigue entender la importancia del dinero para el equilibrio familiar.
Y entonces llega la secuencia menos comprensible de todo el filme: la mujer, cansada de los intentos fallidos de su marido, le abandona vilmente y con él, a su propio hijo. ¿Alguien puede entender esta situación? ¿Qué mujer deja tirado al amor de su vida y a su hijo cuando más la necesitan? Es el personaje peor tratado y con una personalidad muy negativa y exagerada. De hecho, desde que vive su vida en solitario apenas habla un par de veces con su marido para ver qué tal les va. Incomprensible.
A partir de aquí Smith y su hijo tendrán que buscarse la vida como buenamente puedan, a pesar de perder la casa y el coche. La búsqueda del primero de un empleo en la Bolsa, ese sueño que no pudo realizar de joven, será la esperanza a la que se aferre nuestro protagonista para conseguir un techo y comida para su primogénito (y único hijo). El final, como no podía ser menos (y al estar basado de un hecho real no me da reparo redactarlo), acaba como debe ser. Hemos acompañado, sufrido, compadecido, llorado y reído con Smith y su hijo, por lo merecen lo que reciben: un empleo digno y con posibilidad de promoción (de hecho, el personaje real acaba siendo millonario). Y la esposa que se fastidie, por mala pécora.
(lo siguiente no es spoiler, es que no entra)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El mensaje del filme es claramente capitalista: puedes ser un buen marido y progenitor y con salud, pero si no tienes los bolsillos llenos de esos papelitos rectangulares, la felicidad se convierte en una asignatura pendiente. Es un mensaje muy triste y desgarrador, pero completamente realista (y que no me vengan los críticos “progres” a decirme que el mensaje de la película es tendencioso, liberal y capitalista porque la realidad es simple y llanamente así, dejémonos de utopías y enfrentémonos al principal problema del modo de vida occidental). El público se sentirá especialmente identificado con lo que nos trasmite Smith, esa rabia interna de no poder dar a tu propio hijo lo que se merece, a pesar de todos sus esfuerzos.
El metraje tiene momentos memorables que provocan ese angustioso nudo en la garganta, como cuando Smith consigue trasportar a su pequeño a la época de los dinosaurios para que se meta en un baño público a dormir, a modo de cueva (esta escena tiene gran paralelismo con “La vida es bella”, de Roberto Benigni, en la cual transporta mentalmente a su hijo a una fantástica utopía a pesar de la cruda guerra que se desarrolla a su alrededor o las lágrimas contenidas que derrama Smith en un gesto merecedor de un Oscar (de hecho, la nominación la consiguió, aunque la preciada estatuilla acabara en manos del dictador Idi Amin, digo.... Forest Whitaker) cuando finalmente es admitido como corredor de Bolsa.
La interpretación de Will es memorable, en gran parte gracias al director italiano Gabriele Muccino (quien había realizado anteriormente “El último beso”, que convirtió en remake norteamericano Zach Braff con “The last kiss”). Este actor suele conseguir que el público se identifique con él, aunque esté matando alienígenas, pero en este caso especialmente notable el derroche de sentimientos que se filtran en cada poro del espectador. Y así ha conseguido tanta nominación: a los “Black Reel Awards”, La Asociación de Críticos Norteamericanos, los Globos de Oro, los “Image Awars” o, por supuesto, su segunda nominación en los Oscar de Hollywood, tras la lograda por su labor en “Alí”, hace ya cinco años.
Su hijo, a pesar de enfrentarse a su primer papel cinematográfico con tan sólo siete años de edad (la película se filmó en otoño de 2005 y el crío nació el ocho de julio de 1998 así que echen cuentas), muestra una profesionalidad envidiable, con unos variados y creíbles registros que más de un actor veterano debería aprender. Desde el primer fotograma en que sale, el espectador no puede evitar poner la misma cara de idiota como cuando vemos un bebé en el carrito mientras vamos en el metro.
Respecto a la tercera en discordia, Thandie Newton, su actuación es correcta aunque no sobresaliente, y como en 20 minutos desaparece de la pantalla para apenas volver, tampoco se puede pedir más de una actriz cuyo momento más sobresaliente fue el tremendamente dramático acoso sexual perpetrado por el policía Matt Dillon en la interesantísima “Crash”.
El metraje tiene momentos memorables que provocan ese angustioso nudo en la garganta, como cuando Smith consigue trasportar a su pequeño a la época de los dinosaurios para que se meta en un baño público a dormir, a modo de cueva (esta escena tiene gran paralelismo con “La vida es bella”, de Roberto Benigni, en la cual transporta mentalmente a su hijo a una fantástica utopía a pesar de la cruda guerra que se desarrolla a su alrededor o las lágrimas contenidas que derrama Smith en un gesto merecedor de un Oscar (de hecho, la nominación la consiguió, aunque la preciada estatuilla acabara en manos del dictador Idi Amin, digo.... Forest Whitaker) cuando finalmente es admitido como corredor de Bolsa.
La interpretación de Will es memorable, en gran parte gracias al director italiano Gabriele Muccino (quien había realizado anteriormente “El último beso”, que convirtió en remake norteamericano Zach Braff con “The last kiss”). Este actor suele conseguir que el público se identifique con él, aunque esté matando alienígenas, pero en este caso especialmente notable el derroche de sentimientos que se filtran en cada poro del espectador. Y así ha conseguido tanta nominación: a los “Black Reel Awards”, La Asociación de Críticos Norteamericanos, los Globos de Oro, los “Image Awars” o, por supuesto, su segunda nominación en los Oscar de Hollywood, tras la lograda por su labor en “Alí”, hace ya cinco años.
Su hijo, a pesar de enfrentarse a su primer papel cinematográfico con tan sólo siete años de edad (la película se filmó en otoño de 2005 y el crío nació el ocho de julio de 1998 así que echen cuentas), muestra una profesionalidad envidiable, con unos variados y creíbles registros que más de un actor veterano debería aprender. Desde el primer fotograma en que sale, el espectador no puede evitar poner la misma cara de idiota como cuando vemos un bebé en el carrito mientras vamos en el metro.
Respecto a la tercera en discordia, Thandie Newton, su actuación es correcta aunque no sobresaliente, y como en 20 minutos desaparece de la pantalla para apenas volver, tampoco se puede pedir más de una actriz cuyo momento más sobresaliente fue el tremendamente dramático acoso sexual perpetrado por el policía Matt Dillon en la interesantísima “Crash”.