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Voto de Dylantonio:
8
Documental Uno de los astrólogos más famosos del mundo, Walter Mercado, busca resucitar una leyenda olvidada. Criado en los cañaverales de Puerto Rico, Walter creció para convertirse en un psíquico cuyos horóscopos televisados son vistos por más de 120 millones de espectadores al día durante décadas hasta que desapareció un día sin dejar rastro. (FILMAFFINITY)
17 de julio de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez un joven actor que se llamaba Walter Mercado. El muchacho era carita, tenía buen verbo y sabía improvisar. Un buen día, le dijeron a Walter: “Oye, pues aviéntate en cinco minutos un horóscopo”. Y Walter se aventó. Sabía que más que leer las estrellas debía improvisar a las estrellas. Así nació el adivino más famoso de la televisión. Así construyó su personaje.

Como él mismo menciona, Walter Mercado es Dorian Gray. Su persona envejece tras bambalinas, toma sus vitaminas, le da galletas a Runo, su perrito, enferma, sufre caídas. Pero aún desde la cama, con una costilla fracturada, Walter Mercado representa su personaje, el que nunca envejece. Eso es compromiso. Un compromiso actoral profundo con la propia creación donde la frontera de la vida misma desaparece en favor del personaje. Al final del documental, este personaje explica la esencia misma de su performance: Walter Mercado no tiene principio ni final.

La narrativa de Mucho mucho amor está más orientada hacia las historias legendarias donde el decir de la gente es más poderoso que el acontecimiento biográfico. El compromiso performativo de Walter Mercado es una puesta en escena sobre una leyenda espiritual. En los primeros minutos del documental Walter inventa de su infancia: una suerte de niño Fidencio que cumplía milagros y curaba a la gente y a los pájaros.

Esa experiencia “mística” expone una crisis de fe, una necesidad de creer en las personas, que Walter intenta compensar con su mezcla extraña de varias religiones y discursos de superación personal que habitan su personaje. Como tal, es una experiencia que desestabiliza al espectador no por la verdad misma sino por lo efectivo del performance. También la comunidad forma parte del performance. Walter Mercado fue un fenómeno mediático irrepetible y creo que esto se debe al compromiso actoral que hizo de Walter Mercado el último místico de nuestra cultura popular. Por ello, la biografía se reduce a un papel secundario. Protagonizan más los elementos que construyen el performance de Walter: sus palabras, su voz, su imagen, su vestimenta.

Hay una escena en el documental donde Walter Mercado habla de su pasado como actor: tantas historias, tantos aplausos. Es un momento precioso. El poderoso adivino de las estrellas recita unos famosos versos del “Romance de la luna luna”, de García Lorca: “Mueve la luna sus brazos / y enseña, lúbrica y pura / sus senos de duro estaño”. Walter Mercado aplaude mientras sus sobrinas le ayudan a caminar para abandonar el proscenio. Toda su vida ha sido esta representación y ese aplauso en un teatro vacío.
Dylantonio
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