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Voto de Amilcare:
9
20 de noviembre de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y si no podemos amar a nuestros hijos por encima de nuestras creencias
Y si nuestros hijos no soportan el rechazo y tienen que huir lejos para olvidar el dolor.
Y si a pesar de la distancia siguen esperando nuestro amor.
Y si lo que nos inculcan está en contra de nuestra propia naturaleza.
Y si el libre albedrío es solo una ilusión que nos convierte en presos voluntarios haciéndonos creer que estamos donde estamos por decisión propia en pos de un mito: el de la libre elección.
Y si no nos atenemos a las normas establecidas, ¿estamos dispuestos a pagar el precio que exige la “desobediencia”?
Sebastian Leilo nos plantea todas estas cuestiones mediante una historia de amor entre dos mujeres, Ronit (Rachel Weisz) y Esti (Rachel McAdams) ubicada en una comunidad judía ortodoxa en un barrio londinense.
O al menos a priori es lo que puede parecer , porque “Disobedience” de lo que habla en realidad es de lo humano y lo divino, a cuánto de lo humano , a cuánto de nosotros mismos debemos renunciar para alcanzar lo divino. ¿Debemos renunciar a la persona que amamos ? ¿A quienes somos? ¿A nuestros hijos?
¿Qué es más fácil ? Quedarse y obedecer o marcharse
Excelente comienzo de la película, donde ya se adivina las contradicciones que nos encontraremos a lo largo de la cinta ,donde se presenta a Ronit como una fotógrafa asentada en Nueva York ,aparentemente de éxito , fotografiando a un hombre con el cuerpo lleno de tatuajes, haciendo referencia en concreto al primer tatuaje que se hizo con 15 años en forma de Jesucristo y donde dice que el dolor que sintió al hacérselo mereció la pena por Él.
Para quien no lo sepa, los judios ortodoxos tienen prohibido hacerse tatuajes, puesto que no se les permite dañar su cuerpo ya que es una creación divina.
Y si nuestros hijos no soportan el rechazo y tienen que huir lejos para olvidar el dolor.
Y si a pesar de la distancia siguen esperando nuestro amor.
Y si lo que nos inculcan está en contra de nuestra propia naturaleza.
Y si el libre albedrío es solo una ilusión que nos convierte en presos voluntarios haciéndonos creer que estamos donde estamos por decisión propia en pos de un mito: el de la libre elección.
Y si no nos atenemos a las normas establecidas, ¿estamos dispuestos a pagar el precio que exige la “desobediencia”?
Sebastian Leilo nos plantea todas estas cuestiones mediante una historia de amor entre dos mujeres, Ronit (Rachel Weisz) y Esti (Rachel McAdams) ubicada en una comunidad judía ortodoxa en un barrio londinense.
O al menos a priori es lo que puede parecer , porque “Disobedience” de lo que habla en realidad es de lo humano y lo divino, a cuánto de lo humano , a cuánto de nosotros mismos debemos renunciar para alcanzar lo divino. ¿Debemos renunciar a la persona que amamos ? ¿A quienes somos? ¿A nuestros hijos?
¿Qué es más fácil ? Quedarse y obedecer o marcharse
Excelente comienzo de la película, donde ya se adivina las contradicciones que nos encontraremos a lo largo de la cinta ,donde se presenta a Ronit como una fotógrafa asentada en Nueva York ,aparentemente de éxito , fotografiando a un hombre con el cuerpo lleno de tatuajes, haciendo referencia en concreto al primer tatuaje que se hizo con 15 años en forma de Jesucristo y donde dice que el dolor que sintió al hacérselo mereció la pena por Él.
Para quien no lo sepa, los judios ortodoxos tienen prohibido hacerse tatuajes, puesto que no se les permite dañar su cuerpo ya que es una creación divina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Se interrumpe la escena y Ronit recibe la fatal noticia , su padre ha muerto. Aunque esto lo desvelará más adelante , tras una sucesión de escenas donde se ve a la protagonista en un estado de angustia buscando sentirse mejor bebiendo, teniendo sexo con un desconocido, o rompiendo su jersey para poder respirar. Todo esto ocurre a gran velocidad, la vida es frenética en Nueva York, hasta que coge un avión y regresa a su ciudad natal , al barrio de una comunidad judía ortodoxa donde se crió junto a su padre , el rabino , un gigante de la Tora . A partir de aquí la película se ralentiza , los colores palidecen , el ambiente es lento, gélido , incluso claustrofobico.Esta atmósfera asfixiante de personajes contenidos se va haciendo más presente a lo largo del metraje. Una comunidad donde el tiempo pasa despacio , incluso en ocasiones da la sensación de haberse detenido , donde las normas han de cumplirse y los mismos miembros de este colectivo son presos y guardianes de su cumplimiento. Esto queda claro en la escena donde Esti y Ronit son sorprendidas besándose y en seguida este hecho es conocido juzgado y castigado.
Especial atención a la conversación que Ronit tiene con su amigo Dovid “ Es importante que esta semana se lleve con honor ,no hay nada más importante “ a lo que Ronit contesta “por supuesto “. Este diálogo nos da la clave para entender mejor a esta sociedad devota y de firmes convicciones que antepone el honor a la libertad de elección que les lleve a una auténtica felicidad .
Como si de autómatas se tratasen , todos los personajes se comportan como se espera de ellos, reprimiendo sus emociones, es muy interesante la escena donde Esti mantiene relaciones sexuales con su marido de manera programada y mecánica sin ningún tipo de emoción en contraposición con el precioso e intenso encuentro entre las dos mujeres en la habitación de un hotel, donde Esti se desinhibe y recuerda quién es ella realmente.
En cuanto a la escena de la saliva , de la que he leído varías críticas , Leilo consigue, en mi opinión dos cosas :crear una escena mucho más íntima , nos hace sentirnos como un voyeur e incomodarnos por ver algo que no debíamos haber visto . Y por otro lado provocar cierto desconcierto ,rechazo o incomprensión consiguiendo que aunque el espectador no tenga prejuicios ante una relación homosexual, en el momento que algo se sale de lo esperado o de la norma volvamos a la casilla de salida.
También es de destacar la lucha interna de cada uno de los protagonistas:
-Dovid deberá enfrentarse a la verdad , un matrimonio donde la máxima es el respeto mutuo pero donde nunca hubo amor, o al menos por parte de su mujer, a la que finalmente le dará su libertad, porque al fin y al cabo ella nunca fue suya. Esta situación hace que comience a aflorar en él un pensamiento crítico por lo que finalmente entiende que no no puede suceder al rabino ya que no puede inculcar la obediencia ciega.
-Ronit tendrá que aceptar la muerte de su padre sin obtener su redención. Magnífico final donde ella le hace finalmente una foto a su tumba consiguiendo reconciliarse con su padre.
-Esti luchará entre sus convicciones religiosas y su verdadera naturaleza, la mujer que siempre fue, y que quedó olvidada tras vestimentas grises y pelucas, y a pesar de que parece que ha encontrado la fuerza para marcharse del lugar que la tiene oprimida para dar la libertad a su bebé que ella nunca tuvo, lo cierto es que es lo único que ha conocido. Y aunque el final nos deja un sabor agridulce , la mayoría de las veces es lo que ocurre en la vida real . Aunque podemos vislumbrar un atisbo de esperanza cuando ambas mujeres prometen estar en contacto. Quién sabe si finamente tendrán un futuro juntas.
En definitiva , una hermosa historia magníficamente interpretada, eso si , “Disobedence” es de esas películas que se entienden y se disfrutan más en un segundo visionado.
Especial atención a la conversación que Ronit tiene con su amigo Dovid “ Es importante que esta semana se lleve con honor ,no hay nada más importante “ a lo que Ronit contesta “por supuesto “. Este diálogo nos da la clave para entender mejor a esta sociedad devota y de firmes convicciones que antepone el honor a la libertad de elección que les lleve a una auténtica felicidad .
Como si de autómatas se tratasen , todos los personajes se comportan como se espera de ellos, reprimiendo sus emociones, es muy interesante la escena donde Esti mantiene relaciones sexuales con su marido de manera programada y mecánica sin ningún tipo de emoción en contraposición con el precioso e intenso encuentro entre las dos mujeres en la habitación de un hotel, donde Esti se desinhibe y recuerda quién es ella realmente.
En cuanto a la escena de la saliva , de la que he leído varías críticas , Leilo consigue, en mi opinión dos cosas :crear una escena mucho más íntima , nos hace sentirnos como un voyeur e incomodarnos por ver algo que no debíamos haber visto . Y por otro lado provocar cierto desconcierto ,rechazo o incomprensión consiguiendo que aunque el espectador no tenga prejuicios ante una relación homosexual, en el momento que algo se sale de lo esperado o de la norma volvamos a la casilla de salida.
También es de destacar la lucha interna de cada uno de los protagonistas:
-Dovid deberá enfrentarse a la verdad , un matrimonio donde la máxima es el respeto mutuo pero donde nunca hubo amor, o al menos por parte de su mujer, a la que finalmente le dará su libertad, porque al fin y al cabo ella nunca fue suya. Esta situación hace que comience a aflorar en él un pensamiento crítico por lo que finalmente entiende que no no puede suceder al rabino ya que no puede inculcar la obediencia ciega.
-Ronit tendrá que aceptar la muerte de su padre sin obtener su redención. Magnífico final donde ella le hace finalmente una foto a su tumba consiguiendo reconciliarse con su padre.
-Esti luchará entre sus convicciones religiosas y su verdadera naturaleza, la mujer que siempre fue, y que quedó olvidada tras vestimentas grises y pelucas, y a pesar de que parece que ha encontrado la fuerza para marcharse del lugar que la tiene oprimida para dar la libertad a su bebé que ella nunca tuvo, lo cierto es que es lo único que ha conocido. Y aunque el final nos deja un sabor agridulce , la mayoría de las veces es lo que ocurre en la vida real . Aunque podemos vislumbrar un atisbo de esperanza cuando ambas mujeres prometen estar en contacto. Quién sabe si finamente tendrán un futuro juntas.
En definitiva , una hermosa historia magníficamente interpretada, eso si , “Disobedence” es de esas películas que se entienden y se disfrutan más en un segundo visionado.