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Voto de Amin Adabaman:
6
Drama Un hombre busca a su antigua amada y la encuentra en un burdel convertida en amante de una madame lesbiana. (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ir a ver esta película recomiendo olvidarse del título original, que no por casualidad lo tomó Lou Reed para su famosa canción, no tantos años más tarde: 'Walk on the Wilde Side'. Claro que su punto de referencia no era la película, sino la novela de Nelson Algren, y que la película dulcifica y simplifica hasta hacer irreconocible.

O sea: solo si uno se olvida de la novela (magnífica, tremenda) y de Lou Reed (¡que pensó en hacer un musical con ella!) puede acercarse a la película con posibilidades de disfrutarla con sus muchos atractivos aislados. Porque el conjunto es otra gran película fallida de Dmytryk, un verdadero especialista en no aprovechar su talento (tampoco le ayudaron las circunstancias).

Los actores, uno a uno, están muy bien, especialmente el voluntarioso personaje de Anne Baxter y la debutante Jane Fonda, haciendo de chica pizpireta, dispuesta a hacer lo que haga falta, sin preocuparse nada por ello. Pero cuando se juntan unos y otros, la cosa se desliza hacia zonas catastróficas. Barbara Stanwyck, ella sola, no tiene que hacer nada para convencer aquello que le conviene al personaje: soy la madame del puticlub, estoy de vuelta de todo, no hay quien despeine mi blanca peluca, soy fría como el hielo, soy lesbiana y faltaría que tuviera que dar explicaciones de ello –o de lo que fuera– a nadie, etc. Si en la función hay una diva, es ella, qué duda cabe, y si no sale más es para no estropear las actuaciones de las otras chicas. En cambio Capucine desentona estrepitosamente todo el rato, sin tener ninguna posibilidad de remontar: es de una belleza cuando menos discutible, un poco caballuna, está fuera de la edad requerida y no hay quien se la crea ni como escultora ni como prostituta (y las dos cosas a la vez ya dan un innecesario punto grotesco). Laurence Harvey, por su lado, si se despeinara alguna vez su perfecto tupé, aunque solo fuera cuando le dan una contundente paliza, no diré que ganaría en expresividad, pero sí en una cierta credibilidad. Aunque también lo tiene difícil, pues no cuela como buen chico metido a vagabundo, forzado por la Gran depresión (él es quien distorsiona más el personaje original de la novela). Y todavía cuela menos como enamorado de Capucine, lo mismo que no se entiende del todo que Baxter lo esté de él.

En todo caso, como todo Dmytryk, hay momentos brillantes, visualmente poderosos, deslizamientos narrativos elegantes, al lado de otro más bien rutinarios, cuando no sencillamente torpes, como el abrupto y moralista final, que no se merece ningún espectador, por mojigato que fuera (en 1962).

Queda la amarga historia en la que todo el mundo estaba enamorado de quien no debía, porque no le podía corresponder, y el tiempo no hace más que sacar las cosas del lugar que nunca tuvieron.

Preciosa la gatita negra que aparece deambulando por los títulos de Saul Bass y justifica el título español (y la portada del libro, en su nueva edición: a lo largo de los años ha tenido tres títulos en esa lengua, y es ahora cuando ha recuperado el original, que ya veo que no podré evitar repetir como colofón a este comentario, con la entonación adecuada: “I said, hey honey, take a walk on the wild side, and the coloured girls say doo doo doo, doo...”).
Amin Adabaman
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