Secuela que supera, en mi opinión, en casi todo a su predecesora.
En esta ocasión, nuestras hermanas protagonistas y sus compañeros se adentrarán en una nueva aventura buscando conocer los secretos del pasado que permanecen ocultos, todavía, pero que están influyendo en el mundo en qué viven.

En primer lugar, mencionar que la animación es claramente superior a la primera. Y esto tiene mérito, porque la primera ya era excelente en ese apartado. Hay muchísimos momentos visualmente potentes que dan ganas de aplaudir a la pantalla. Y, a diferencia de la anterior, usa esos momentos en conjunto con su música para crearnos escenas maravillosas, tanto en lo visual como en lo musical.
En segundo lugar, en cuanto al viaje que emprenden las protagonistas, creo que habría que empezar diciendo que recuperan el recurso de la aventura y les sale de diez. Si bien en la primera utilizaban más la tensión y los obstáculos para ir avanzando en la trama, aquí hay un espíritu aventurero que le sienta genial a la cinta y que consigue que nos lo pasemos como niños viéndola. Esa sensación de descubrir un mundo nuevo se eleva a otro nivel, especialmente después del momento brumas.
Por otro lado, hay un subtexto muy chulo sobre envejecer, la inevitabilidad del cambio y cómo vamos poco a poco madurando que es de aplaudir. Es algo que estamos más acostumbrados a ver últimamente en Pixar, que utiliza ese doble mensaje que es efectivo tanto en niños como en adultos, y que Disney ha incorporado aquí con mucho acierto.
En cuanto a los personajes y su evolución, se sigue la línea trazada en la anterior película de apartarse de los tópicos para seguir creando su camino por el que avanzan a paso firme. Además, Anna sigue siendo la estrella absoluta de este show, siendo el personaje más valiente y carismático de la saga.

Poco más que decir, si os gustó la anterior, esta seguirá haciéndolo. Se pierde la novedad, sí, pero se ganan otras muchas cosas que merece la pena ver.