Disparatada y muy divertida comedia la que nos llegó a principios de los noventa de la mano de Zemeckis y que, sinceramente, tiene todos los elementos por los que el director destacó en la década de los ochenta: Un sentido del humor bastante pasado de vueltas, momentos de intriga, algunos giros de guion sorprendentes y, en general, ese estilo visual tan marcado que suele caracterizar a sus películas.

En esta ocasión, la historia gira entorno a un matrimonio en horas muy bajas (al que dan vida Bruce Willis y la enorme Meryl Streep) y que se ve envuelto en una trama de infidelidad, asesinatos y resurrecciones que convierten toda la historia en un disparate tremendamente disfrutable. El humor surrealista está impregnando toda la cinta y la facilidad para jugar con cierto humor negro también es un sello característico de un guion tan sencillo como efectivo.

No es una peli pensada para cambiarte la vida. Tampoco tiene momentos tan inolvidables como si tenían las pelis de regreso al futuro. Pero lo que sí tiene es la voluntad y el saber hacer suficiente como para conseguir que sea una de esas pelis que nos ponemos con el simple propósito de pasar un buen rato divertidos y riendo ante nuestro televisor. La peli no aspira a más y cumple desde el minuto uno con lo que pretende.

Hay que decir, eso sí, que los efectos si que han envejecido bastante regular (cosa que también le pasa a otras pelis del director) pero no creo que sea ningún tipo de impedimento para poder disfrutar, igualmente, de la cinta. Recomendable si buscáis pasar un buen rato entretenidos y desconectando del mundo.