Media votos
6,8
Votos
907
Críticas
215
Listas
3
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de jaime salado:
8
5,5
468
Drama
En 1226, después de la muerte de San Francisco de Asís, sus amigos más cercanos, entre ellos Santa Clara, hablan de la vida del santo. Francisco nace en el seno de una familia de ricos comerciantes y vive rodeado de comodidades. Pero un día se encuentra cara a cara con el sufrimiento humano, y su existencia cambia radicalmente: la existencia de Dios se le hizo patente a través de los pobres, y desde entonces decidió vivir como ... [+]
3 de julio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francesco es de una coproducción ítalo-germana dirigida por Liliana Cavani. Esa directora, en "El portero de noche" (1974) había realizado una búsqueda sincera e intensa del significado del sentido de la vida. Desde una perspectiva neorrealista y casi tenebrista, exponía en esa película sobre el nazismo y sus secuelas varios temas que la acompañaron siempre: la espiritualidad, la reconciliación y también -porqué no decirlo- su fascinación por la desnudez masculina así como por el erotismo y la sensualidad. Todo ello se refleja de alguna manera también en la cinta que hoy analizamos. Es muy interesante subrayar que Cavani aporta la visión femenina de un santo en cuya vida otra mujer, la futura Santa Clara, jugó un papel muy relevante en una época donde el rol femenino estaba relegado a poco menos que la nada.
Para el reparto se contó para el papel de Francesco con Mickey Rourke, quien en esta película mostró todo su potencial interpretativo. Desgraciadamente, la vida le llevó por otros derroteros y hubo que esperar hasta 2009 para que en El luchador encontrara otro papel a su altura, consiguiendo, esta vez sí, el Oscar al Mejor actor principal. Algo parecido ocurrió con Chiara, interpretada por Helena Bonham Carter, quien tras películas sin excesivos reconocimientos obtuvo en 2011 el Oscar a la Mejor actriz de reparto por El discurso del Rey. En Francesco ambos están soberbios y sinceramente creo que si no obtuvieron mayor reconocimiento a nivel de galrdones fue por no tratarse de una película americana.
Los vestuarios, la ambientación y los decorados son bastante convincentes, con una gran variedad de tomas rodadas en la naturaleza toscana (en una película sobre San Francisco son inevitables) a los que únicamente se les puede achacar una excesiva oscuridad, si bien, como hemos dicho antes, ello confiere el ambiente intimista y casi tenebrista que Cavani impone en todas sus películas. La música es bastante escasa, casi únicamente la encontramos al comienzo y al final del film, compuesta por el también oscarizado (en este caso unos año antes, en 1982, por Carros de fuego) Vangelis.
El argumento es -ni más, ni menos- la corta pero intensa vida de San Francisco de Asís (1181-1226) contada por sus primeros discípulos (Pietro Cattani, Bernardo di Quintavalle, Angelo Egidio...) reunidos para que uno de ellos -Leone- ponga por escrito sus testimonios compartidos. De entre todos ellos destaca, sin embargo, una mujer, Chiara Offreduccio (1194-1253), quien vivió un proceso de santidad paralelo a il poverello de Asís.
Vamos sin dilación con el análisis espiritual, extenso pero interesantísimo.:
Las primeras escenas narran la vida de San Francisco previa a su conversión. Con un padre noble, un trabajo con mucho futuro y todas las comodidades anejas a su status (banquetes, mujeres, riquezas..) Francesco decide ir a la guerra para ganar aún más fama y dinero. Se nos transmite una visión en la que todo santo tiene un pasado pecaminoso, y el de Francesco no fue una excepción:
Leone: "¿Debo escribir estas cosas?"
Clara: "Sí, escríbelas"
Tras la derrota en el campo de batalla de Perugia llega la prisión y casi accidentalmente, el comienzo de su conversión, al guardar un evangelio de otro prisionero que ha sido torturado. Tras ser liberado con un rescate pagado por su padre, se embarca en una segunda batalla. Sin embargo, al poco de partir cambia de parecer y se da media vuelta en busca del "librito" (el Evangelio) en el que quiere encontrar respuesta a todas las preguntas que se amontonan en su cabeza:
Gran parte de la "culpa" de esa confusión/conversión es de Chiara, quien a pesar de su extraordinaria belleza se dedicaba a mezclarse con lo pobres y menesterosos de la ciudad, para sorpresa e incredulidad de Francesco, quien en un principio, le cuestiona incluso la veracidad de esa vida caritativa:
Francesco: "¡Chiara! ¿Por qué estás haciendo esto?"
Clara: "Ellos están necesitados"
F.:" Lo haces por tu propio bien"
C.: "¿Y tú?, ¿Qué haces?"
F.: "Yo no hago nada"
A partir de la lectura de los Santos Evangelios la radicalidad llega a la vida de Francesco. Vende una parte de los bienes familiares, por lo que es denunciado por su propio padre ante el obispo Guido, en un famoso litigio en el que Francesco termina desnudándose para renunciar a todos sus bienes, con la defensa como abogado de Pietro Catani. Destaco algunas frases de esta conmovedora escena:
Pietro Catani: "¡No! Un "penitente" hacia Dios (...) ¡No! ¡Un momento! el penitente declara públicamente que a partir de este momento, no reclamará más las riquezas de su padre"
Pietro de Bernardone: "¡Francesco! ¿Que te he hecho? ¿Qué hice mal?"
P.C.: "Mi cliente ha abrazado una vida diferente. No puede volver a casa"
P.d.B.: "¿Que vida? ¿La vida de un mendigo? ¡Él no puede hacer esto, mi señor obispo! No puede permitir que un hijo pisotee los derechos de un padre!"
Francesco: (Desnudándose ante las risas de todos depositando sus ropas a los pies de su padre) "Esto es suyo... Tengo otro padre"
Tras ello Francesco se traslada a la ruinosa Capilla de San Damián, con la única compañía de un abandonado crucifijo. Comienza su vida de mendicidad, de penitencia y de oración en contacto con la naturaleza y los pobres, llamando puerta por puerta en busca del sustento diario con esta frase:
Francesco: "Señor, te deseo paz y bienestar para ti y los tuyos"
Su vida eremítica comienza a llamar la atención de todos, pero especialmente de Chiara, quien siente auténtica compasión hacia él. Francesco se rodea de pobres y leprosos, abandonando su propia salud y bienestar:
Chiara: "Estás enfermo, debes cubrirte y descansar. ¿Te das cuenta de ello? No iré a casa hasta que hayas comenzado a cuidar de ti mismo"
En medio de las dificultades, comienza a aflorar la santidad de Francesco. De su boca y tras perder los pobres lo poco que tenían en una tormenta, escuchamos de su boca su primera oración a Dios:
Para el reparto se contó para el papel de Francesco con Mickey Rourke, quien en esta película mostró todo su potencial interpretativo. Desgraciadamente, la vida le llevó por otros derroteros y hubo que esperar hasta 2009 para que en El luchador encontrara otro papel a su altura, consiguiendo, esta vez sí, el Oscar al Mejor actor principal. Algo parecido ocurrió con Chiara, interpretada por Helena Bonham Carter, quien tras películas sin excesivos reconocimientos obtuvo en 2011 el Oscar a la Mejor actriz de reparto por El discurso del Rey. En Francesco ambos están soberbios y sinceramente creo que si no obtuvieron mayor reconocimiento a nivel de galrdones fue por no tratarse de una película americana.
Los vestuarios, la ambientación y los decorados son bastante convincentes, con una gran variedad de tomas rodadas en la naturaleza toscana (en una película sobre San Francisco son inevitables) a los que únicamente se les puede achacar una excesiva oscuridad, si bien, como hemos dicho antes, ello confiere el ambiente intimista y casi tenebrista que Cavani impone en todas sus películas. La música es bastante escasa, casi únicamente la encontramos al comienzo y al final del film, compuesta por el también oscarizado (en este caso unos año antes, en 1982, por Carros de fuego) Vangelis.
El argumento es -ni más, ni menos- la corta pero intensa vida de San Francisco de Asís (1181-1226) contada por sus primeros discípulos (Pietro Cattani, Bernardo di Quintavalle, Angelo Egidio...) reunidos para que uno de ellos -Leone- ponga por escrito sus testimonios compartidos. De entre todos ellos destaca, sin embargo, una mujer, Chiara Offreduccio (1194-1253), quien vivió un proceso de santidad paralelo a il poverello de Asís.
Vamos sin dilación con el análisis espiritual, extenso pero interesantísimo.:
Las primeras escenas narran la vida de San Francisco previa a su conversión. Con un padre noble, un trabajo con mucho futuro y todas las comodidades anejas a su status (banquetes, mujeres, riquezas..) Francesco decide ir a la guerra para ganar aún más fama y dinero. Se nos transmite una visión en la que todo santo tiene un pasado pecaminoso, y el de Francesco no fue una excepción:
Leone: "¿Debo escribir estas cosas?"
Clara: "Sí, escríbelas"
Tras la derrota en el campo de batalla de Perugia llega la prisión y casi accidentalmente, el comienzo de su conversión, al guardar un evangelio de otro prisionero que ha sido torturado. Tras ser liberado con un rescate pagado por su padre, se embarca en una segunda batalla. Sin embargo, al poco de partir cambia de parecer y se da media vuelta en busca del "librito" (el Evangelio) en el que quiere encontrar respuesta a todas las preguntas que se amontonan en su cabeza:
Gran parte de la "culpa" de esa confusión/conversión es de Chiara, quien a pesar de su extraordinaria belleza se dedicaba a mezclarse con lo pobres y menesterosos de la ciudad, para sorpresa e incredulidad de Francesco, quien en un principio, le cuestiona incluso la veracidad de esa vida caritativa:
Francesco: "¡Chiara! ¿Por qué estás haciendo esto?"
Clara: "Ellos están necesitados"
F.:" Lo haces por tu propio bien"
C.: "¿Y tú?, ¿Qué haces?"
F.: "Yo no hago nada"
A partir de la lectura de los Santos Evangelios la radicalidad llega a la vida de Francesco. Vende una parte de los bienes familiares, por lo que es denunciado por su propio padre ante el obispo Guido, en un famoso litigio en el que Francesco termina desnudándose para renunciar a todos sus bienes, con la defensa como abogado de Pietro Catani. Destaco algunas frases de esta conmovedora escena:
Pietro Catani: "¡No! Un "penitente" hacia Dios (...) ¡No! ¡Un momento! el penitente declara públicamente que a partir de este momento, no reclamará más las riquezas de su padre"
Pietro de Bernardone: "¡Francesco! ¿Que te he hecho? ¿Qué hice mal?"
P.C.: "Mi cliente ha abrazado una vida diferente. No puede volver a casa"
P.d.B.: "¿Que vida? ¿La vida de un mendigo? ¡Él no puede hacer esto, mi señor obispo! No puede permitir que un hijo pisotee los derechos de un padre!"
Francesco: (Desnudándose ante las risas de todos depositando sus ropas a los pies de su padre) "Esto es suyo... Tengo otro padre"
Tras ello Francesco se traslada a la ruinosa Capilla de San Damián, con la única compañía de un abandonado crucifijo. Comienza su vida de mendicidad, de penitencia y de oración en contacto con la naturaleza y los pobres, llamando puerta por puerta en busca del sustento diario con esta frase:
Francesco: "Señor, te deseo paz y bienestar para ti y los tuyos"
Su vida eremítica comienza a llamar la atención de todos, pero especialmente de Chiara, quien siente auténtica compasión hacia él. Francesco se rodea de pobres y leprosos, abandonando su propia salud y bienestar:
Chiara: "Estás enfermo, debes cubrirte y descansar. ¿Te das cuenta de ello? No iré a casa hasta que hayas comenzado a cuidar de ti mismo"
En medio de las dificultades, comienza a aflorar la santidad de Francesco. De su boca y tras perder los pobres lo poco que tenían en una tormenta, escuchamos de su boca su primera oración a Dios:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Francesco: "Señor, la lluvia es hermosa. Lava y alivia nuestra sed... Señor, nuestras casas son endebles, y hechas de paja y barro. Señor, ayuda a nuestras casas, y habla con la lluvia. Bendito sea el Señor, Quien habla con la lluvia"
Su padre, preocupado aún por él, manda al notario y al abogado del pueblo de nuevo en su rescate, pero lo que obtiene a cambio son sus conversiones. Ambos van de nuevo a San Damián y son sorprendidos por las palabras del Evangelio con que Francesco los convierte definitivamente a su causa:
Francesco: “Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que posees y dáseo todo a los pobres. No lleves nada contigo, ni bolso, ni dinero, ni sandalias (se descalza mientras sigue leyendo). El que quiera venir conmigo, debe renunciar a sí mismo, y tomar su cruz, y seguirme. Esto es todo lo que puedo decir. No hay nada que temer". Tras estas dos conversiones, se producen las de Leone y Angelo.
Ante la magnitud de los acontecimientos y el escándalo que ha comenzado a producirse, el Obispo Guido llama a Francesco y mantiene una conversación con él en el que ambos encuentran una solución: Francesco emprende camino a pie a Roma junto a doce de sus seguidores para ver a Inocencio III, amparados por Juan de San Pablo, un cardenal amigo del obispo Guido. Obteber la bendición papal provocó en toda la cristiandad una explosión en el seguimiento de Francesco. Pero el incremento en número trajo consigo un detrimento en la calidad del seguimiento, al que se suceden problemas, discrepancias, divisiones, enfrentamientos... y una exigencia:
"Nos gustaría un programa, una regla. Creo que estoy expresando el sentir general de los que protestan"
La respuesta inicial de Francesco es clara. No hay más regla que el Evangelio.
No obstante, las exigencias continúan y las dudas de Francesco comienzan a aflorar, desbordado por tantos seguidores con ideas tan diferentes. A ello se suma sus problemas de salud, estomacales y el comienzo de su ceguera, que concluyen con su renuncia a ser el líder de la nueva Orden.
En ese momento vuelve a emerger la figura de Chiara para infundirle ánimos en su batalla espiritual:
"En el Evangelio hay un hombre fuerte, manso, vigoroso y tierno, un hombre que sabe llorar y sabe reir, un hombre que puede estar emocionado o desesperado. Un hombre que afronta la cruz con el corazón, un hombre como tú, en otras palabras. Un hombre que no retrocede"
Junto a Leone, en 1224 se retiró al Monte Alvernia donde en contacto con la naturaleza, los animales, el frío y la lluvia redacta varias reglas que son rotas y quemadas por sus seguidores, que lo tachan de intransigente y excesivamente estricto. Solo, ciego, enfermo y deprimido, Francesco comienza a pensar que su vida ha sido un fracaso.
Y cuando todo parecía perdido... el milagro de los estigmas, entendidos como la respuesta de Dios a las plegarias del santo. Un sí rotundo a toda su vida y su manera de entender el seguimiento de Cristo, explicado con bellas palabras por Chiara, por cierto, las últimas del film:
Chiara: "Él no dijo nada. Curé las heridas, sin hacer ninguna pregunta. Pensé que el amor había hecho su cuerpo idéntico al del Amado. Y me pregunté si alguna vez yo sería capaz de amar tanto"
Es el broche de oro a un film estéticamente interesante y espiritualmente enjundioso. Cierto que faltan algunos episodios de la vida del santo, como el sueño en el que Cristo crucificado le pide "Francisco, repara mi Iglesia" o algunas oraciones como el "Cantico de las criaturas" o el "Himno de la paz", pero quizás así fluye mejor la historia y se consigue un resultado excelente. Tan es así que el Vaticano la seleccionó en su lista de 14 "Grandes películas por su valor religioso" de 2017, en una recomendación de filmes desde 1927 hasta 1993. Sin duda, me parece que no hay mejor carta de presentación que esa.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
Su padre, preocupado aún por él, manda al notario y al abogado del pueblo de nuevo en su rescate, pero lo que obtiene a cambio son sus conversiones. Ambos van de nuevo a San Damián y son sorprendidos por las palabras del Evangelio con que Francesco los convierte definitivamente a su causa:
Francesco: “Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que posees y dáseo todo a los pobres. No lleves nada contigo, ni bolso, ni dinero, ni sandalias (se descalza mientras sigue leyendo). El que quiera venir conmigo, debe renunciar a sí mismo, y tomar su cruz, y seguirme. Esto es todo lo que puedo decir. No hay nada que temer". Tras estas dos conversiones, se producen las de Leone y Angelo.
Ante la magnitud de los acontecimientos y el escándalo que ha comenzado a producirse, el Obispo Guido llama a Francesco y mantiene una conversación con él en el que ambos encuentran una solución: Francesco emprende camino a pie a Roma junto a doce de sus seguidores para ver a Inocencio III, amparados por Juan de San Pablo, un cardenal amigo del obispo Guido. Obteber la bendición papal provocó en toda la cristiandad una explosión en el seguimiento de Francesco. Pero el incremento en número trajo consigo un detrimento en la calidad del seguimiento, al que se suceden problemas, discrepancias, divisiones, enfrentamientos... y una exigencia:
"Nos gustaría un programa, una regla. Creo que estoy expresando el sentir general de los que protestan"
La respuesta inicial de Francesco es clara. No hay más regla que el Evangelio.
No obstante, las exigencias continúan y las dudas de Francesco comienzan a aflorar, desbordado por tantos seguidores con ideas tan diferentes. A ello se suma sus problemas de salud, estomacales y el comienzo de su ceguera, que concluyen con su renuncia a ser el líder de la nueva Orden.
En ese momento vuelve a emerger la figura de Chiara para infundirle ánimos en su batalla espiritual:
"En el Evangelio hay un hombre fuerte, manso, vigoroso y tierno, un hombre que sabe llorar y sabe reir, un hombre que puede estar emocionado o desesperado. Un hombre que afronta la cruz con el corazón, un hombre como tú, en otras palabras. Un hombre que no retrocede"
Junto a Leone, en 1224 se retiró al Monte Alvernia donde en contacto con la naturaleza, los animales, el frío y la lluvia redacta varias reglas que son rotas y quemadas por sus seguidores, que lo tachan de intransigente y excesivamente estricto. Solo, ciego, enfermo y deprimido, Francesco comienza a pensar que su vida ha sido un fracaso.
Y cuando todo parecía perdido... el milagro de los estigmas, entendidos como la respuesta de Dios a las plegarias del santo. Un sí rotundo a toda su vida y su manera de entender el seguimiento de Cristo, explicado con bellas palabras por Chiara, por cierto, las últimas del film:
Chiara: "Él no dijo nada. Curé las heridas, sin hacer ninguna pregunta. Pensé que el amor había hecho su cuerpo idéntico al del Amado. Y me pregunté si alguna vez yo sería capaz de amar tanto"
Es el broche de oro a un film estéticamente interesante y espiritualmente enjundioso. Cierto que faltan algunos episodios de la vida del santo, como el sueño en el que Cristo crucificado le pide "Francisco, repara mi Iglesia" o algunas oraciones como el "Cantico de las criaturas" o el "Himno de la paz", pero quizás así fluye mejor la historia y se consigue un resultado excelente. Tan es así que el Vaticano la seleccionó en su lista de 14 "Grandes películas por su valor religioso" de 2017, en una recomendación de filmes desde 1927 hasta 1993. Sin duda, me parece que no hay mejor carta de presentación que esa.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/