John Cameron Mitchell es el director de esta película, he visto toda su filmografía, y sin temor a equivocarme, podría decir que está naciendo un director que hace cine de autor. Los motivos que me llevan a esta conclusión son varios: primero con su drama musical “Hedwing and the Angry Inch” (2001), luego en la fantástica y excitante “Shortbus” (2006) y ahora la dramática y muy bien manejada “Rabitt Hole”, todas ellas marcadas por la cotidianidad y la adversidad de sus personajes, por su excelente narración visual, y por saber mostrar el drama si caer en clichés, sin pretensiones y dimitiendo de la manipulación. En cada película de éste director encontramos alguna novedad, algo ignorado anteriormente que nos llena de satisfacción de poder ver que el cine sigue siendo un arte y no sólo una industria como parece últimamente.

Ahora, el argumento de éste film no es fácil, y ya ha sido abordado con anterioridad, sin embargo el logro de ésta se encuentra en el dolor y la ira que observamos de forma latente en cada uno de los diálogos y en las miradas de los protagonistas. Además, vemos a los protagonistas sumergidos en su pena y con un futuro incierto, mientras los rodea lo que se podría llamar una “vida perfecta”.

Adicionalmente, Nicole Kidman nos muestra que es y seguirá siendo una muy buena actriz, su interpretación como Becca es brillante y creíble, el resultado de una buena caracterización.