Magnífico entretenimiento de ésos que se marcan "a pachas" dos gamberros como Rodríguez y Tarantino (que repetirían en la sesión doble de Grindhouse); la peli es un divertimento puro y duro, empezando con esa road movie clásica, en la que se nos presenta a los hermanos Gecko, Seth y Richie (en el que sería el salto a la gran pantalla de un inspiradísimo Clooney, ansioso por librarse de una maldita vez de su Ace de Urgencias, y aquí el cabecilla de esa dudosa pareja de hermanitos, en la que Quentin hace de un violador psicópata un tanto incontrolado), y a la famila Fuller, con ese padre, Jacob, predicador con una crisis de fe a cuestas, y sus dos hijos, la lolita y el chino (grandísimo, como siempre, Keitel, y Juliette Lewis en ese registro que dominaría perfectamente durante un lustro, con ejemplos como Asesinos Natos o El Cabo del Miedo).
Todo va fluyendo de manera más o menos convencional, con los tópicos típicos de una peli "de frontera", hasta que aparece el Titty Twister, ese fantástico bar al que llegan nuestros protagonistas para cerrar su ruta hacia El Rey; aquí la cosa se desquicia completamente, convirtiéndose en una apología sin pausa de la serie B más cutre imaginable, con esa orgía gore de vampiros, con esa Satánico Pandemonium (brevísimo pero lucido papel de otra coleguilla, Salma Hayek, para romper toda lógica que pudiera tener la presentación de la historia.
Me fascina el final (ver "spoiler").