Con un solo episodio en la cartera, "The Following" ya apunta hacia caminos trillados: el renovado duelo entre psicópata y agente federal traumatizado, eso sí, adobado con una lectura bobalicona, simplista de Edgar Allan Poe que ya va siendo tristemente rutinaria. En ese sentido, quien esto escribe empieza a sentirse cansado de que unos cuantos guionistas papanatas insistan en esa visión limitadora de su obra como si Poe no hubiera escrito más que "El corazón delator" o "El cuervo".

Ni el aficionado a thrillers, ni el aficionado a la literatura de Poe encontrará en esta serie motivo alguno de entusiasmo. Un cierto tufo a película de terror para adolescentes (con su dosis justa de vísceras y chicas monas) hace presagiar lo peor ya desde el piloto.

Lo más turbador e interesante por ahora de la serie radica en la complejidad del culto que diversos jóvenes hacen del asesino. Esta ramificación del mal podría apuntar maneras, si no fuera por la gratuidad con que se nos presenta la devoción de estos seguidores (de ahí el título de "Following", algo así como la secta). Ojalá levante el vuelo. De momento, la serie anda muy justita de vuelos.