Ignoro si en la novela de James Leo Herlihy se hace referencia a algún escarceo homosexual entre los protagonistas, pero yo soy de los que admira COWBOY DE MEDIANOCHE más por lo que dice que por lo que presuntamente calla. En primer lugar, porque me parece que el cariño que Rico siente por Joe y el que siente Joe por Rico queda reflejado con exactitud en la película sin necesidad de profundidades; y en segundo término, porque no creo que Schlesinger omitiera nada en su día voluntaria o involuntariamente que hubiese podido mejorar la perspectiva de una historia que, a mi juicio, es perfecta tal y como se presenta.
Cruda y vigorosa, acumula COWBOY DE MEDIANOCHE ente sus tesoros la extraordinaria interpretación de Dustin Hoffman como el lisiado <<Ratso>>, la más que suficiente personificación de Joe Buck que hizo el padre de la criatura Jolie, la pintoresca recreación de la América sórdida de finales de los sesenta y la descomunal canción de Nilsson, entre cuyos acordes y los del mayestático Barry uno logra pasar de la vitalidad poderosa a la más infinita melancolía.
Canción de Nilsson, por otra parte, que, como homenaje a COWBOY DE MEDIANOCHE y a sus circunstancias, Robert Zemeckis colocaba de forma estratégica en otra escena en la que otro lúcido lisiado le muestra a otro maravilloso tontorrón cómo manejarse con soltura por las calles de Nueva York.
¿Les suena, señorías?