Sórdida, polémica y aclamada producción. Obra maestra de los -cinematográficamente hablando- secos y duros 70, amén del desencanto generacional del Vietnam. Historia en forma de thriller documental de ficción. Lo de "documental" es porque se rodó en las calles de Nueva York, coincidiendo con una huelga de basureros, que contribuyeron así involuntariamente a la atmósfera embrutecida de la historia. Una historia que nos narra las andanzas de un insomne y solitario Quijote de gran ciudad, en una acepción más paranoica, desequilibrada y justiciera que no la trastornada y caballeresca del Ingenioso Hidalgo de La Mancha.

Violenta en diálogos y en situaciones, desfilan por la pantalla las ilusiones rotas, frustraciones e incomunicación del personaje principal, quien tiene fe en que la providencia limpie las calles de chusma en una escena y monólogo antológico. El querer sacar a una chiquilla de la prostitución (una Jodie Foster con 12 años de edad) quizá sea su última oportunidad.

No hay que olvidar la excelente, póstuma y evocadora banda sonora del gran Bernard Herrmann, ese hombre que parió grandes melodías hitchcockianas. Es la de esta película una música que se podría definir como la melancolía y la soledad de la noche explicadas por un saxo.