El estupendo realizador de "Cadena perpetua", Frank Darabont, vuelve a adaptar para el cine otra novela de Stephen King, en esta ocasión dentro del género fantástico. Darabont nos ofrece una historia sobre el bien y el mal en el mundo, en la que uno de los personajes de entrada secundarios (un formidable Michael Clarke Duncan en la que ha sido su mejor interpretación) es el centro del relato por tratarse de alguien con poderes sobrenaturales para hacer el bien.

La película es una gran crítica hacia las injusticias de la vida: un auténtico milagro humano está a punto de perecer en la silla eléctrica como si de un peligroso criminal se tratara. Darabont consigue narrar esta historia de forma magnífica a partir de un celador de prisiones encarnado brillantemente por Tom Hanks. El oscarizado actor se mueve como pez en el agua en el difícil mundo del corredor de la muerte, donde está obligado a tratar a la vez con dulzura y justicia a hombres que ven acercarse su último día de vida.

La película es como una fábula en la que se entremezclan el mundo fantástico y el real, donde veremos milagros, ejecuciones y una sociedad que no perdona. Los distintos caracteres confieren una gran profundidad al film siendo de lo más variados, moviéndose como antagonistas: criminales que aceptan sus errores frente a asesinos sin escrúpulos o la piedad de algunos carceleros frente a las ganas de venganza de los familiares de las víctimas. Lo mismo sucede con los hechos, ya que seremos testigos de actos de pura bondad frente a hechos sumamente reprobables dignos del mismísimo demonio.

Frank Darabont sigue sin decepcionar en esta memorable película excelentemente interpretada, fenomenalmente narrada al mezclar sabiamente elementos trágicos con cómicos y muy bien ambientada, en la que se plantean problemas existenciales, sociales y humanos. Chapeau.