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España España · Pamplona
Voto de Edgar:
2
Acción. Aventuras. Ciencia ficción. Thriller En el calendario de los mayas aparece señalado el año 2012 como la fecha en la que se producirá el fin del mundo, que irá acompañado de diversas catástrofes naturales: erupciones volcánicas, tifones, glaciares que inundarán el planeta. Cuando el escritor Jackson Curtis (John Cusack) y sus hijos regresan a casa, una intensa actividad sísmica recorre la Costa Oeste de los Estados Unidos.
18 de noviembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habitualmente el término encasillado se utiliza, en el mundo del cine, para hacer referencia a algún actor que siempre repite el mismo papel. Sin embargo, podría emplearse para calificar a más empleados de esta industria como productores, guionistas y, desde luego, directores.

Es el caso de Roland Emmerich (El día de mañana, Independence day) que de un tiempo a esta parte sólo sabe realizar películas de catástrofes, con el problema de que apenas vemos innovación alguna: el mundo se va al garete ya sea por una invasión extraterrestre, el efecto invernadero o una profecía maya; mientras todo se desmorona con grandilocuencia de efectos especiales, un previsible, sentimentaloide y facilón guión nos ofrece pequeñas historias de supuesto interés humano sobre ciertas personas que tratan de escapar al desastre, aderezado todo con discursitos patrióticos más o menos exacerbados, que terminan por dar vergüenza ajena.

Como he dicho, el fuerte de la película está en su factura técnica. No soy, precisamente, alguien que aborrezca las fantasmadas. Simplemente con que sepáis que me apasiona la saga James Bond supongo que queda demostrado. Lo que quiero decir es que no me llevo las manos a la cabeza cuando un autobús salta un hueco de veinte metros en una autopista, como en Speed. Sin embargo, creo que debe trazarse una línea entre lo que puede considerarse como una licencia para dotar de mayor espectacularidad a una secuencia y lo absurdo. Me refiero a que lo mejor de 2012 es, casi con toda seguridad, el momento en que John Cusack recorre a gran velocidad la ciudad de Los Angeles en una limusina mientras todo se derrumba a su alrededor. Y claro, como últimamente todos se pegan por demostrar que son los mejores del mundo con los efectos especiales, la ruptura con la realidad llega a tal extremo que resulta casi paródico.

A todo lo dicho hay que añadir una serie de clichés, sobre todo uno que últimamente está muy manido: que un padre deba convertirse en un superhéroe para que su hijo vuelva a quererlo. Además tenemos un sentimentalismo que peca de empalagoso, un libreto caótico repleto de fallos, menciones sin gracia ni respeto alguno a Obama, Schwarzenegger y la difunta princesa de Gales... Vamos, toda una joyita.
Edgar
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