Aquí es un entrañable amante de los animales metido a detective privado, que destina el importe integro de sus facturas de tres ceros a dar de comer a su jauría. A pesar de que su personaje en momentos puntuales es maltratado (el despertar de sus repentinas dudas morales hacia el final por deber a la justicia que antaño defendió, cosa que le lleva a volverse en contra del cliente que hace cinco minutos con tanto afán defendía no hay por donde cogerlo) consigue sin dificultad en erigirse en el mayor atractivo de una película que tarda en despegar pero que termina salvando los muebles pues ni yo mismo sé por qué (será por lo de siempre, la evocadora estética de los noventa que tanto atrapa y agrada, con su estridente aroma de intriga que aunque nada creíble aún suscita algo de magnetismo a este servidor o por el final quizás también, que de retorcido e inesperado cumple el objetivo mínimo de la función de todo trilero, aunque sea sin grandes alardes, distraer).

"Con un reparto más inspirado podríamos estar hablando de un clásico"

Puede sonar a palabras algo mayores pero no va muy desencaminado el crítico de renombre, pues algunas opciones más apetecibles seguro que se podrían hallar por delante de un inexpresivo Berenger y la rubia de turno de escaso atractivo interpretativo.

¿La traducción del título? Bueno, al margen de la historia, a mí me da que el cartel habrá sido el punto de inflexión clave a la hora de aparecerse tamaña inspiración.