Es buena, eso está claro, incluso los que hayan visto cintas de temática similar no pueden evitar valorarla positivamente. Yo la he encontrado original, para nada me la esperaba así. En el minuto 45 el protagonista ya encuentra a ese terrible asesino y lo tiene en sus manos, pero lejos de destruirlo inmediatamente, descargando así toda su rabia y dolor, decide ser paciente y lo va cogiendo varias veces para después soltarlo, dejándole cada vez más herido. Sorprende el cambio de panorámicas con la que nos brinda este filme, pues en su apogeo este psicópata parece todopoderoso e invencible, disfruta con su posición de despiadado control de la situación, frente a la paralizada chica a la que se dispone a matar. El espectador comparte con la víctima ese terror, para luego venir 'el bueno' y hacer trizas en un instante a ese agresor que hace apenas unos momentos se perfilaba como invencible.

Me hace gracia la manera de la que este se expresa, puede que sea fruto del doblaje, pero esos bruscos "Quítate la ropa, puta", o cuando grita al poli por teléfono, malherido: ¡Me cago en tu puta madre!, en plan Mauricio Colmenero. Lo cierto es que un puntazo de personaje.

Pero la peli acaba 'mal', por así decirlo. El psicópata consigue matar al jefe del poli (que era su amigo) y a la hija del este (hermana de su prometida). Y cuando el poli se dispone a ejecutarle, el psicópata le dice que él (el poli) es el que ha perdido, porque él no es capaz de conseguir que tenga miedo, arrepentimiento o dolor, pero él sí que le causa esos sentimientos a él (al poli). Pensándolo bien, con la venganza que le ha decidido imponer, el de hacer sentir un constante dolor al asesino, el protagonista solo ha conseguido aumentar su propio sufrimiento.