Nunca he ocultado la predilección tan grande que siento hacia los intérprete británicos del cine clásico, único motivo que me invitó a ver «Cromwell», película, además, inglesa y del año 70, datos que nos dan un indicativo bastante aproximado de que será una obra más que aceptable.

De hecho lo es, y aunque podría centrarme en los detalles de la ambientación, el interés del discurso político, la seriedad de la trama y la enormidad de los personajes, el rey Carlos I y el revolucionario y parlamentarista Oliver Cromwell, yo hoy quiero hablar, porque le toca, de Richard Harris. Otro monstruo, y por supuesto inglés.

Hace unos días me topé, en ese ir y venir internauta, con una brillantísima y divertidísima entrevista de 1973 a Richard Harris. Cual no fue mi sorpresa cuando me encuentro con un hombre extrovertido, alegre, lleno de energía, con una vitalidad que traspasa la pantalla, chistoso, de movimientos inquietos, expresivo en todo lo que hace y dice. Me sorprendió, no porque creyera que era un soso, sino porque tenía muy reciente en mi cabeza a este Cromwell, el suyo, que es una estatua de serenidad, de crueldad, inmóvil, rígido, regio a su manera; un personaje introvertido y pensativo que llega a dar miedo. Vamos, un opuesto total. Este actor ya me tenía conquistada de antes, pero entonces me maravillé aún más de esa capacidad para ser otro, y además serlo a su manera, con su propia personalidad y originalidad.

Será fácil suponer que esta película sobresale ante todo por esta increíble interpretación de Richard Harris, acompañado del siempre magnífico Alec Guinness. Hasta aparece por ahí Timothy Dalton, otro inglés al que adoro. Yo no puedo pedir más. Cinta idónea para interesarse por la Historia.