Y eso que tiene aquí cincuenta y un años, que ni aparenta ni importa, la verdad. Bueno, importa un poquito, sólo un poquito, si tú tienes dieciséis años y te vuelves loca, loquita loca por él.

Admitamos que una relación así es imposible e indebida, y casi indecente. Pero, claro, olvídate tú de decencia en «Lío en Río». Que digo yo que eso de hacer locuras está muy bien visto, pero ¿por qué? Lo que hay que hacer es reírse todo lo que uno pueda y, sí, disfrutar de la vida, pero no ir arruinándote la existencia y haciendo idioteces que te perjudican y perjudican a los demás, cosa que ahora se llama eso, «locuras». Personalmente, le diría a la atractiva y jovencísima Jennifer que deje de ir arrastrándose detrás de los hombres y que no sea tan precoz en el terreno sentimental, que ya habrá tiempo para todo. Portaos bien, niñas.

Así, una trama como la de «Lío en Río» podría acabar incluso en tragedia (de la que tiene un poco), pero que nadie se espante que es, por encima de todo, una comedia picantona que causa auténticas carcajadas. Ya otros lo han dicho pero yo igualmente quiero decirlo: Michael Caine me vuelve loca a mi también. Él es el mayor punto cómico de la película, y con él y por él y de él nos reímos de lo lindo. Grandísimo actor. Grandísimo, grandísimo.

Mucho desnudo femenino que sobra, mucho sexo que no se ve y un desenlace que, sinceramente, creo que es el único posible. Amena y dicharachera.