Anime deportivo que adapta el manga de Takehiko Inoue, «Slam Dunk» sigue las andanzas del equipo de baloncesto del instituto Shohoku.

Primero quiero resaltar el estilo de dibujo. Frente a la infantilización de la animación contemporánea cada vez más enfermiza e indigesta, es reconfortante encontrarse con adolescentes de quince años que parecen tener treinta. Antes se perseguía la adultez, quizá como reclamo más efectivo para el espectador y además como forma de desarrollar fantasías sanas y comprensibles. También destaca la diferencia de idiosincrasia, de carácter. Un anime mayoritariamente de personajes masculinos con actitudes masculinas y comportamientos masculinos. Chorrea testosterona. Vaya tipos duros, pero duros sin malicia, con nobleza. Todo muy sexista, claro, y cuánto se agradece.

El protagonista Hanamichi es el personaje más cómico y aunque buen chico, también es un creído, un arrogante que se cree el mejor del mundo y un auténtico idiota, además de envidioso que prefiere perder antes que quedar por debajo de su archienemigo y compañero de equipo Kaede Rukawa. Es verdad que a lo largo de la serie irá tomándose el baloncesto más en serio, pero en el fondo Hanamichi no cambia de mentalidad y de ahí que sea una constante fuente de humor, y también de frustración, para la historia.

La parte deportiva es increíblemente realista, hasta didáctica, y el aprendizaje de Hanamichi no cae en fantasmadas. En mi opinión a los partidos les falta sentimiento y emoción, quizá por la ausencia de drama; un poco de lagrimeo no hubiera venido mal. De todos modos, ya digo que como anime deportivo es muy entretenido, aunque la historia se quede en lo mejor, porque por desgracia no adapta todo el manga.

Lo que «Slam Dunk» sí hace genial es la dinámica de grupo, lo que una vez llamé rol y jerarquía. Las personalidades están perfectamente definidas y descritas, y las relaciones entre los personajes establecidas de modo consistente, creíble y razonable. Cada personaje tiene su rol dentro de la historia, que no un estereotipo genérico, sino un papel individual que lo diferencia de otros miles de personajes y que lo lleva a actuar de una manera y a interrelacionar de una forma concreta con el resto. Conoces a los personajes, tienen vida y relieve.

De entre esos personajes, admito que me he enamorado del excelente, asocial, apático y dormilón Kaede Rukawa, el chico zorro que tiene a medio instituto enamorado de él y que quiere ser el mejor jugador de Japón. Este hombre nos dará momentos gloriosos tanto en el terreno deportivo como en el humorístico. Yo me moría con cada pequeño fanservice y pedía más, lo confieso. Dadme un capítulo de playa, de baños termales, de festival de verano, venga, lo exijo.

«Slam Dunk» tiene algunos OVA que me quedan por ver y se ha anunciado película para este año 2022. A seguir jugando.