Primera película de Michael Bay, director de quien sólo había visto ese engendro llamado «La isla». No os creáis, no, que «Dos policías rebeldes» es más de lo mismo. Se ve que verdaderamente el hombre es él y sus circunstancias, así que Michael, en 1995 y con un pasado en el mundo musical, sólo podía hacer una cosa: una película entretenida y simpática. Y lo hizo.

Michael Bay se propuso rodar un videoclip pero más largo, así que cogió una potente banda sonora, una ambientación adecuada y unos actores con gancho. Eligió Miami, cielos rojos, gimnasios en sombras, hombres boxeando, mujeres bellas, coches elegantes, ojos verdes, barroquismos de todo tipo (gracias, gracias) y unos toques de humor y acción. Personalmente, toda la secuencia de la persecución a los malos con un Will Smith corriendo con la lengua fuera, es de lo mejorcito que he visto en el género; le acompaña la camisa, la música, el montaje, todo, absolutamente todo.

Que sí, que es sexista, y en el peor sentido de la palabra. El caso no es que ellas sean objetos sexuales, sino el trato que se les da, cierto desprecio con las que se las mira. Ahí está la protagonista, Julie (Téa Leoni), que parece estar siempre estorbando, según ellos, claro; o incluso el personaje de Will Smith, que por momentos cae un poquito gordo con esa masculinidad egocéntrica y poco galante. Es una película eminentemente para hombres, con humor de hombres, con chistes de hombres, deseos de hombres y fantasías de hombre, sin tapujos ni imágenes idealizadas. Una película de «tíos», al fin y al cabo.

¿Esto es malo? Pues sólo a medias, porque pese a lo dicho y aunque no me río con muchas de las bromas (casi todas de índole sexual), la historia es solvente en su sencillez, la trama tiene ritmo, la estética tiene estilo y la película en general funciona bastante bien. Entretenimiento, sí, pero con otra luz ya perdida.