Poco más o menos es «La vida de Pi». Pero qué mala, por favor. Con mucho respeto, que conste, pero que es mala lo es. Ya desde el principio la cosa huele mal. Primero, que la película sea contada. Segundo, la ñoñería. Tercero, el niño repelente. Cuarto, el realismo mágico estúpido. Esto promete, me dije, y al cuarto de hora quería que el naufragio llegara ya y les matara a todos.

No debo tener la espiritualidad y la sensibilidad muy acentuadas para no haber llorado como un cocodrilo viendo «La vida de Pi» y no haberme emocionado con esta... ¿fábula? que un señor que no nos importa le cuenta a otro que no nos interesa para convencerle de que es el hombre más increíble de la galaxia y, de paso, hacer que crea en Dios. Ahí lo llevas. Pero, bueno, ¿en qué dios? Si este Pi es ecléctico en materia religiosa: cristiano, musulmán e hindú, y el repelente está estudiando hebreo para también creer en el judaísmo. Cómo no. Hoy en día queda fatal eso de decantarse por un credo y defender su punto de vista, sus fundamentos, su moral y su tradición, porque eso supondría tener una creencia firme y una actitud crítica, y eso molesta mucho. Sin embargo, elegirlas todas como quien elige caramelos es lo guay, lo filosófico, lo que no incomoda a nadie, ¿verdad? Así todos contentos con el piloto automático de la superficialidad a toda marcha. Pi no piensa sobre lo que hay detrás de la fe y del concepto de Dios, ni de los distintos dioses: a él solo le parece bonito tal imagen, tal fábula, tal costumbre desde la irreflexión y la pantomima. Le gusta o no le gusta. La religión como entretenimiento, como autoengaño consciente para obtener la felicidad de la ignorancia. ¿Profundo? ¿Revolucionario? ¿Interesante? Simple y ridículo.

Que, bueno, cada cual es libre de pensar lo que quiera. Si Ang Lee piensa eso, allá él, pero también podría haber hecho una película con más brío y entereza, porque «La vida de Pi» es un aburrimiento total. Naufragada y digitalizada de mala manera, cursi incluso en medio del océano, que esto se cuenta y no se cree, tediosa y sin garra. Mira que el tigre es hermoso, pero hasta Richard Parker parece deseando salir de la barca y desaparecer de una película que es, en esencia, un chiste malo.

¿Qué hacen un hombre, una cebra, un mono, una hiena y un tigre en un barco?