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España España · Málaga
Voto de Kaori:
7
Thriller Londres, año 1940, durante la Segunda Guerra Mundial. Henry Faber vive en una casa de huéspedes en Highgate. Una noche, la dueña de la pensión, sube a la habitación de Faber y lo sorprende manejando un transmisor de radio, descubriendo así que es un espía nazi que pasa información a su país desde Inglaterra. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo más que «el ojo», hubiera dicho «el corazón». El corazón de la aguja. Es el corazón de Faber lo que le pierde, lo que le arrastra a una tormenta que, de alguna forma, le lleva a vivir lo que podría haber vivido en otra época más apacible: algo de paz. Esta película me ha dado que pensar.

Porque una vez conocemos a «la aguja» y sabemos su historia, yo no puedo más que solidarizarme con él a pesar del horror que despierta. La explicación es muy sencilla: a menudo nos olvidamos de que el Hombre es él y sus circunstancias, de que somos barro moldeable (esto es tuyo, Jack London) con un sin fin de potencialidades que sólo la Historia, los medios, las otras personas y nuestras experiencias irán formando. Así, a Faber le tocó vivir en la Alemania de los años treinta y le tocó ser espía de un régimen cruel, pero ¿qué hubiera pasado con su vida si nace unos años más adelante, o unos años antes? ¿Y si, por casualidad, Hitler no hubiera llegado al poder? ¿O si no se hubiese declarado la guerra? Quizá ya no sería «la aguja». Quizá sólo sería el ojo y el corazón de un simple hombre.

Sea como sea, esta película inglesa basada en la novela de Ken Follet, que ya leeré en algún momento que tenga oportunidad, logra una buena dosis de acción e intriga, gran entretenimiento alrededor del desembarco de Normandía y los servicios de inteligencia a toda máquina para ganar la guerra. En esa tormenta imparable, una mujer será clave en los acontecimientos. Yo he de decir que si a nivel político, interpretativo y atmosférico me gusta bastante, la historia romántica me chirría por precipitada. Me cuesta, sinceramente, creerme lo que ocurre sentimentalmente hablando, si bien no deja de tener todo un aire fatídico y poético.

Ojo, que la aguja pincha.
Kaori
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