Vistas todas las críticas positivas, estoy segura de que hay mucha gente que piensa lo contrario y no lo dice porque ¿quién es uno para contradecir a la aplastante mayoría...?

Realmente «Los mejores años de nuestra vida» tiene buenas intenciones y propósitos. La temática es valiente, novedosa: la readaptación de los veteranos de guerra a la sociedad tras esa hecatombe que fue la Segunda Guerra Mundial. Seguramente la guerra sea una de esas cosas que no se pueden explicar ni comprender en toda su dimensión si no la has vivido, algo con lo que se encontrarán los protagonistas y su entorno una vez el conflicto acabe y regresen al hogar.

Estos buenos propósitos, estas ideas que están ahí y son realistas, se ven opacados por un metraje de tres horas, un guion superficial y cómodo y una dirección que se nota solvente pero que no puede desprenderse de todos los vicios del peor y más sobreactuado melodrama. Por ejemplo: una persona puede hablar en sueños y tener una pesadilla horrible, pero lo que no va a hacer es contorsionarse dormido mientras mantiene una conversación entre gritos. Esto no es más que un detalle de entre los muchos que hay y que en mi opinión hacen de la película una decepción y un aburrimiento.

La historia empieza mal pero es que luego va a peor con ese romance de tres al cuarto en el que ella se enamora perdidamente de él tras conocerlo una noche en la que la mitad del tiempo ha estado borracho. Que alguien me explique esto porque no hay quien lo entienda. Además, ¿cuál es el problema? ¿Que está casado? El divorcio existe, ¿eh?, y ni se plantea. ¿O acaso es que Fred es pobre? Pongamos lo de pobre entre comillas, porque esa es otra: ¿se puede ser más clasista? Curioso que en una trama en la que se critica abiertamente a los bancos (de nuevo Wyler jugando al anticapitalista) se le dé tanta importancia al dinero; de hecho, uno de sus mayores conflictos es que el protagonista no es rico y tiene un trabajo de dependiente/camarero en unos grandes almacenes que les parecerá poco digno. Uf, qué problema, ¿no?

A todo lo dicho, vamos a añadirle el buenismo casi exasperante de la historia y en especial de sus personajes femeninos, esa fémina que representa a la buena mujer americana frente a la mala mujer americana que es Virginia Mayo. Ellas son de un cursi que asusta pero lo más grave es que tengan tan poco poder, tan baja autoestima. Son como perrillos que mueven la cola si su hombre las hace felices o agachan las orejas cuando no; pero si eso ocurre, a la buena mujer americana tampoco se le pasará por la cabeza enfrentarse, protestar, exigir, sino que seguirá con las orejas gachas a los pies de su amo en una actitud completamente pasiva. Mujer, se puede ser buena sin perder la dignidad.

Lo que no sé es hasta qué punto una historia sobre las consecuencias devastadoras de la guerra puede ser tan dulce y poco dramática. En serio, no nos engañemos, todos están la mar de bien: tienen dinero, empleo (aunque seas un esnob que aspiras a más por tu cara bonita), el apoyo de la familia y amigos, y hasta sus mujeres les aman de manera incondicional. En «Los mejores años de nuestra vida» no hay auténtico desgarro emocional, no se llega hasta las últimas consecuencias del trauma y de la pérdida de quien ha vuelto. Podría aceptarse si la película no tuviera pretensiones, pero resulta inaceptable como drama bélico serio que busca ser fiel y profundo y que, encima, cuenta con tan excelente crítica.

De verdad que lo siento pero no me ha gustado. Decepción total y suspenso para Wyler.