Madre mía, apenas recuerdo ya nada de esta película... Bueno, algo tendré que decir.

Michael Bay, qué mal estás. Este director siempre ha sido muy irregular: podía hacer películas chulas y películas cutres indistintamente. Se ha quedado anclado y asentado en la saga «Transformes», pero lo peor de todo es que yo creo que después de que le hayan criticado tanto su estilo videoclipero y tal lo ha abandonado. Así que se ha anclado y asentado también en el cine comercial más ramplón e impersonal. Yo sigo insistiendo en que la primera «Tranformers» está bien. De verdad que sí.

En esta cuarta entrega..., pues no sé muy bien, pero parece que la humanidad se ha enemistado con los autobots y les está dando caza en teoría como medida preventiva. Originalísimo, ¿eh? Luego descubriremos que hay intereses más ocultos en toda esta conspiración. Kelsey Grammer, el eterno Frasier (algún día hablaré de esta serie, algún día...), es el malote de turno; no hace falta saber más de él, solo que es «el malo». Mark Wahlberg, que por cierto se conserva estupendo con casi cuarenta años, es el nuevo protagonista, con familia monoparental y una hija adolescente que al principio parece menos petarda de lo que es en realidad. También tiene un novio que es piloto de coches y que simplemente está para rellenar la trama e intentar hacer algún conflicto/gracia que no fructifica. El caso es que al final hay una megabatalla de esas digitalizadas donde se destrozan muchas cosas.

Prometo que no hay más. Que «Transformes: La era de la extinción» es eso. Esto no pinta nada bien. Bay, espabila o el que se extingue eres tú.