Ahora entiendo por qué tradujeron «Die Hard» por «Jungla de cristal», algo que siempre me había inquietado. Pero, claro, habrá que verla para entenderlo. Y os aseguro que merece la pena.

Que mezcla más irresistible de sensibilidad y rudeza la de John McClane. Esa imagen suya con el enorme oso de peluche mientras se fuma un cigarro se me ha grabado a fuego en la memoria. Igual que sus pies descalzos, sus ojos lloroso, su carismático carácter y esa camiseta interior, rescatada por fin del fondo de armario del cine. Sin duda alguna, el look de Bruce Willis en esta película es de lo que más llama la atención, porque supone un más difícil todavía en las escenas de acción, y además demuestra lo importante que es la estética.

La acción es entretenidísima y la trama está bien planteada, aunque a mi parecer sea algo forzada. Eso sí, el villano es antológico, elegante como sólo puede serlo un inglés como Alan Rickman. Además, no sólo hay tiros, sino también bombas, persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo, clases de ingenio y situaciones al borde del abismo (literalmente hablando).

Cómo disfruto, de verdad, cómo disfruto con este tipo de cine, tan fresco, tan divertido y serio al mismo tiempo; y con un héroe tan absoluto como McClane. Me encanta, no puedo decir otra cosa. Sólo una más: tenéis que verla.