Que Woody Allen ya esté haciendo películas que te pongan de mala leche puede que sea un síntoma de la decadencia de nuestro tiempo.

En «Irrational Man» Allen vuelve a retomar lo que es para mí uno de los temas más interesantes de su filmografía y por extensión de la vida: los fundamentos de la moral. Lo que no entiendo es el título: ¿irracional? Al contrario.

Porque la razón no es incompatible con el crimen. Objetiva y materialmente hablando, tal y como hablaría nuestro profesor Abe Lucas (Joaquin Phoenix, tan excelente como siempre), un buen asesinato puede solucionar tu vida y la vida de muchas personas. Es el mayor acto de libertad que probablemente podamos cometer. ¿Por qué, entonces, es algo que consideramos inmoral?

A esa pregunta tendrás que respondértela tú, porque «Irrational Man» no da respuestas como podía darlas «Delitos y faltas», sino que se centra en la deriva intelectual de un crimen, en cómo desde la absoluta conciencia y la reflexión racional puede justificase matar a una persona. El crimen ya no es una consecución del mal, de lo grotesco, sino una decisión razonada de quien ha alcanzado la liberación ante una moral impuesta que ha perdido todos sus fundamentos.

A mí me sobra mucho toda la trama de la alumna Jill, un personaje que en verdad despertaba nuestro instinto asesino por ser tan petarda. Vaya mala leche al final.