Y él es Bruce Lee, así que, por favor, que se deje todo el mundo de hablar de guión, doblaje, actores, ridiculeces y fallos varios de «El furor del dragón». Estoy de acuerdo prácticamente en todo, pero ¿qué más da? ¿No veis a Bruce Lee? ¿No lo veis?

Aún así, la historia es entretenida y hasta tiene destellos de humor en su inmensa simpleza y desorganización, gracias principalmente al personaje de Tang Lung, todo un ejemplo de masculinidad retraída, inocente y tontorrona que sin embargo no renuncia a sus más genuinas cualidades: la fuerza, la seguridad y el afán de protección.

Pero hablemos de lo importante, es decir, de las artes marciales y ese mito llamado Bruce Lee. Si es que no me canso de verle y de disfrutar de todas y cada una de sus clases; porque lo que él hace es dar lecciones magistrales a todo aquel que quiera escucharle. Qué decir, además, del tramo final en el Coliseo. Para esa parte no hay palabras. Coincido plenamente con quienes piensan que tiene aire a western, igual de fatal e intenso. Genial. Ya quisiera «Operación Dragón» tener una escena parecida.

Insisto en mi recomendación de ver la filmografía de Bruce Lee cuanto antes, y no porque sea cine de calidad desde un punto de vista meramente cinematográfico, sino porque es cine emocional, profundamente marcado por una cultura y sus valores (la asiática), y por un hombre, Bruce Lee, con una personalidad arrolladora.

Para mi, imprescindible.