Como comentábamos, la historia es cíclica y no lineal, ya que el film empieza igual que acaba, con Carlito esperando la redención y Gail de viaje a “El Paraíso” (sólo en el final). Son esos códigos de honor absurdos del mundo del hampa (cuando ayuda a Kleinfeild sabiendo que la misión del barco es una sentencia de muerte), las tentaciones de cada encargo (en cada uno de ellos sigue percibiendo dinero), las constantes traiciones (tanto la de Kleinfeild como la de sus secuaces) y la creencia de ser el rey de la mafia por los siglos de los siglos (por sus enfrentamientos con Benny Blanco del Bronx, gángster que admiraba a Carlito), los que llevan a Carlito a ser atrapado por su pasado.
Memorables son las escenas iniciales con Carlito y los narcotraficantes jugando a billar y éste a su vez simulando que tiene la pistola cargada, la escena del barco, la del mafioso disfrazado de policía, en el club “El Paraíso” enfrentándose a Benny Blanco y en la persecución de los mafiosos italianos acabando en la escena final del metro y la Grand Central Station como en “Los Intocables” (grandísimo tiroteo).
Pero sobretodo, me quedo con el final de la película, con la voz en off del protagonista y sus reflexiones y de fondo un paisaje de playa saliendo del cartel del metro (con la que se supone que es su chica, Gail, danzando en las Bahamas, in the Paradise). Todo esto al son de un “You Are So Beautiful" de Joe Cocker.