La evolución de Truman (desde sus miedos y deseos hasta su osadía y posterior frustración) le convierten en un personaje tan humano, vital, tragicómico (como la vida misma), pero esperanzado en darle un sentido a su vida (Fidji es su tabla de salvación). No le será fácil, numerosas trabas irán aconteciendo durante el film para hallar la verdad hasta acabar en un apocalíptico final (la escena del barco es puro metacine al son de un piano de Burkhard Dallwitz). El tratamiento hacia Truman, sin embargo, es inhumano (se le dota de recuerdos falsos, anécdotas y experiencias inventadas). El escapismo y la intención de abandonar una vida tan perfecta como agente de seguros quedan frustrados en todo momento, al igual que el emperador Pu Yi en su Ciudad Prohibida. El preciosismo, la virtud y la aparente felicidad de Seaheaven no son suficientes para Truman, porque nadie pudo colocar nunca una cámara en su cerebro. Inclusive el final es ocurrente: "Di algo por Dios, estás en directo ante todo el mundo" "Por si no nos vemos luego…buenos dias, buenas tardes y buenas noches"(irónica, sarcástica, hilarante, ocurrente y puntiaguda). Escenas destacables son: su reencuentro con su “padre” que “murió ahogado” (vaya planos!, el cine dentro del cine), la graciosa y claustrofóbica escena de su mujer haciendo publicidad del cuchillo y la entrada de Marlon con las cervezas (‘Esto no es profesional’, ¡cuántas veces se habrá dicho esta frase en el cine o en la tele!), el escape nuclear (¡hola Truman! y la captura al estilo E.T. con una BSO de fugitivo), la escapada de Truman y la fabulosa escena del barco con el primer plano del héroe (y el símil con el espectador de la bañera), la ataraxia final y los guardias de seguridad al apagar la TV (proponiendo una segunda parte de Truman en el mundo exterior).